Cuando alguien dice o hace algo que nos hace enojar, sufrimos.
Tendemos a decir o hacer algo en respuesta para hacerle sufrir con la esperanza de que suframos menos. Pensamos:
«Quiero castigarte, quiero hacerte sufrir porque me has hecho sufrir. Y cuando te vea padecer mucho, me sentiré mejor».
Muchos creen en esta práctica tan pueril, pero en realidad cuando haces sufrir a otra persona, ésta intentará encontrar alivio haciéndote sufrir más. Y el resultado es que vuestro sufrimiento irá aumentando. Pero ninguno de los dos necesitáis un castigo, sino compasión y ayuda.
Cuando te enojes, vuelve a ti mismo y cuida de tu ira, y cuando alguien te haga sufrir, regresa a ti mismo y cuida de tu sufrimiento, de tu ira. No digas ni hagas nada, porque cualquier cosa que digas o hagas en un estado de ira podría estropear más tu relación.
La mayoría no lo hacemos, no queremos volver a nosotros mismos, sino perseguir a esa persona para castigarla.
Pero si tu casa se está incendiando, lo más urgente es volver a ella e intentar apagar el fuego, y no echar a correr detrás del que crees que la ha incendiado, porque si lo haces, tu casa se quemará mientras te dedicas a atraparle.
Y eso no es actuar prudentemente. Debes regresar y apagar
el fuego. O sea, que cuando estás enojado, si sigues
relacionándote o discutiendo con la otra persona, si intentas
castigarla, estás actuando exactamente como alguien que se
pone a perseguir a un pirómano mientras su propia casa está
ardiendo.
Extracto del libro:
LA IRA (El dominio del fuego interior)
Thich Nhat Hanh
LA IRA (El dominio del fuego interior)
Thich Nhat Hanh