Un fragmento de Pema Chödrön que recomendamos meditar....Saludos...
La diferencia entre el teísmo y el ateísmo no es si uno cree o no cree en Dios, y es una cuestión aplicable a todo el mundo, tanto budistas como no budistas. El teísmo es una profunda convicción de que hay una mano a la que agarrarse: si hacemos las cosas adecuadas, alguien nos apreciará y cuidará de nosotros. Implica pensar que siempre habrá una niñera disponible cuando la necesitemos, y así tendemos a abdicar de nuestras responsabilidades y a delegar nuestra autoridad en algo externo a nosotros. El ateísmo es relajarse en la ambigüedad e incertidumbre del momento presente sin tratar de echar mano de algo que nos proteja. A veces pensamos que el dharma es algo fuera de nosotros, algo en lo que creer, algo que alcanzar. Pero el dharma no es una creencia ni es un dogma; es la apreciación total de la impermanencia y el cambio. Las enseñanzas se desintegran cuando tratamos de agarrarlas, tenemos que experimentarlas sin esperanza. Mucha gente valerosa y compasiva las ha experimentado y enseñado. El mensaje es intrépido, el dharma nunca estuvo destinado a ser una creencia que pudiéramos seguir ciegamente, no nos da nada a lo que agarrarnos.
El ateísmo es tomar plena conciencia de que no hay ninguna niñera con la que puedas contar. Cuando consigues un buen niñero o niñera, al poco tiempo se va.
El ateísmo es darse cuenta de que no son sólo las niñeras las que vienen y van. Toda la vida es así. Ésa es la verdad, y la verdad resulta incómoda.
Pero para quienes buscan algo a lo que aferrarse, la vida es todavía más incómoda. Desde este punto de vista, el teísmo es una adicción: todos somos adictos a la esperanza, a la esperanza de que la duda y el misterio desaparecerán.
Esta adicción tiene un efecto doloroso en la sociedad, y una sociedad basada en muchas personas adictas a tener un suelo bajo los pies no es un lugar muy compasivo.
Extracto del libro:
Cuando Todo Se Derrumba
Pema Chödron