viernes, 28 de febrero de 2014

AYUDAR EN VEZ DE CASTIGAR


Cuando alguien no sabe cómo manejar su propio sufrimiento, deja que se extienda a la gente de su alrededor. Cuando tú sufres, haces sufrir a la gente que te rodea. Es algo muy natural. Por eso hemos de aprender a manejar nuestro sufrimiento, para que no lo vayamos repartiendo por ahí.

Cuando eres el cabeza de familia, por ejemplo, sabes que el bienestar de los miembros de tu familia es muy importante. 

Como tienes compasión, no dejas que tu sufrimiento haga daño a los que te rodean. Practicas el aprender a manejar tu sufrimiento porque sabes que no es una cuestión individual, y que tu felicidad tampoco lo es.

Cuando alguien está enojado y no sabe cómo manejar su ira, 
se siente impotente, sufre. Y también hace sufrir a los que le 
rodean. Al principio sientes que la persona que te enoja se 
merece un castigo. Deseas castigarla porque te ha hecho sufrir.

Pero después de diez o quince minutos de meditar 
caminando y de observar de manera consciente, descubres que 
en vez de castigo lo que necesita es ayuda. Y ésa es una buena 
percepción.

Esa persona puede ser muy cercana a ti, quizá tu esposa o 
tu marido. Si tú no la ayudas, ¿quién va a hacerlo?

Como sabes abrazar tu ira, ahora te sientes mucho mejor, 
pero ves que la otra persona sigue sufriendo. Esta percepción te 
mueve a acercarte a ella de nuevo. Nadie más puede ayudarla, 
excepto tú. Ahora sientes un gran deseo de volver y ayudarla.

Es una actitud totalmente distinta a la que antes tenías, ya no 
deseas castigarla. Tú ira se ha transformado en compasión.

La práctica de ser consciente conduce a la concentración y a 
la percepción interior. La percepción es el fruto de la práctica, y 
puede ayudarnos a perdonar y a amar a los demás. Practicar 
durante quince minutos o media hora el ser consciente, el 
concentrarte y el observar las percepciones interiores puede 
liberarte de tu ira y convertirte en una persona afectuosa. Ésa 
es la fuerza del Dharma, el milagro del Dharma.

Extracto del libro:
LA IRA (El dominio del fuego interior)
Thich Nhat Hanh