Siente más y más en los pies.
A veces simplemente yérguete sobre la tierra y siente su frescura, su suavidad, su calor. Siente aquello que la tierra esté preparada para darte en ese momento y deja que fluya a través de ti. Y permite que tu energía fluya hacia la tierra. Permanece conectado con ella.
Como mucho, la gente respira hasta el ombligo, pero no más allá, de manera que la mitad del cuerpo está casi paralizado, y, debido a ello, lo mismo le sucede a la mitad de la vida. Entonces muchas cosas se vuelven imposibles, porque el tronco inferior del cuerpo es como una raíz. Las piernas son las raíces que te conectan con la tierra. De modo que las personas cuelgan como fantasmas, desconectadas de la tierra. Uno ha de regresar a los pies.
Lao Tse solía decirle a sus discípulos: «A menos que empiecen a respirar desde la planta de los pies, no son mis discípulos». Respirar desde la planta de los pies... y tiene toda la razón. Cuanto más ahondes, más profunda será tu respiración. Es casi cierto que el límite de tu ser es el limite de tu respiración. Cuando el límite se incrementa y llega hasta tus pies, a la respiración le sucede lo mismo -no en un sentido fisiológico, sino psicológico-, y entonces habrás reclamado la totalidad de tu cuerpo. Por primera vez estas entero, de una pieza, junto.
Extracto del libro:
DÍA A DÍA
Osho
Día 232
Osho
Día 232