viernes, 2 de mayo de 2014

AMAR ES ESCUCHAR TODOS LOS INSTRUMENTOS


 no eres nada de lo que crees ser: mis cosas, mi cuerpo, mis sentimientos... Mi yo es indefinible porque no hay nada que lo defina. Cuando yo me relaciono con otra persona, ¿Con quién me relaciono?, ¿Con una imagen?. Cuando me relaciono tengo noción del otro como unas experiencias, unos recuerdos, y con estas nociones construyo su imagen. Así es que no me relaciono con esta persona, sino con la memoria que tengo de ella. Cuando abrazo a un amigo, ¿a quién abrazo? Abrazo a un recuerdo. Es así, y lo cierto es que, si tú fijas la persona a la memoria que tienes de ella, la estás fijando a un prejuicio.

Y así funcionamos por la vida, juzgando por prejuicios. Como consecuencia de ello, si conocemos a las personas sólo por sus hábitos, cuando esa persona cambia, lo notarán sólo las personas despiertas o los que acaben de conocerla, pues para los otros sigue fijado a sus hábitos; que son lo que recuerdan.

Por ello, nadie es profeta en su tierra ni entre su familia, por regla general. Porque en ellos prevalecen los datos anecdóticos, las apariencias, y la persona queda apegada a esos recuerdos para sus convecinos o familiares. 

Nos movemos a base de prejuicios, de recuerdos y tópicos. Es peligroso vivir de la memoria, del pasado. Sólo el presente está vivo, y todo lo pasado está muerto, no tiene vigencia. Incluso el futuro no existe. Sólo hay vida en el presente, y vivir en el presente supone dejar los recuerdos, como algo muerto, y vivir las personas y los acontecimientos como algo nuevo, recién estrenado, abierto ala sorpresa que cada momento te puede descubrir. Es el ahora el que importa, porque ahora es la vida, ahora todo es posible, ahora es la realidad.

La idea que la gente tiene de la eternidad es estúpida. Piensa que dura para siempre porque está fuera del tiempo. La vida eterna es ahora, está aquí, y a ti te han confundido hablándote de un futuro que esperas mientras te pierdes la maravilla de la vida que es el ahora. Te pierdes la verdad. El temor al futuro, o la esperanza en el futuro es igual, son proyecciones del pasado. Sin proyección no hay futuro, pues no existe lo que no entra en la realidad.

«Cuentan que un indio, condenado a muerte, se escapa y como lo persiguen de cerca se sube a un árbol que está colgado sobre un precipicio.
Abajo lo esperan sus guardianes. No tiene escapatoria. Pero, de pronto, descubre que el árbol al que se subió es un manzano. Entonces coge su fruto y se pone a saborear las manzanas que están a su alcance». 

Esto es saber saborear el presente, sin proyectar el pasado en el futuro. 

¿Sería posible vivir sin angustias ni preocupaciones?. Eso sólo lo descubriréis cuando estéis despiertos y viviendo en presente.

Cuando San Juan de la Cruz habla de la purificación de la memoria, se refiere a purificarla de toda emoción. No anclarse en los recuerdos, ni sufrir de nostalgia, ni de añoranzas. Liberarse de las emociones del pasado; liberar la memoria de toda emoción para recibir limpiamente todo lo nuevo. Estar disponible, para recibir la persona en cada momento limpio de todo recuerdo y emoción. Cuando te encuentro, para percibirte con claridad, he de dejar atrás todo lo pasado — tanto lo bueno como lo malo — para estar abierta a tu presente sin relacionarte con ninguna imagen, sino con la realidad del presente.


Extracto del libro:
La Iluminación es la Espiritualidad
Anthony de Mello