Como seres humanos no sólo buscamos la resolución de las situaciones sino que también sentimos que la merecemos. Sin embargo, no sólo no la merecemos sino que sufrimos por su causa. No nos merecemos una resolución, sino algo mejor. Merecemos el camino del medio, que es nuestro derecho de nacimiento, un estado de apertura mental que es capaz de relajarse en medio de la paradoja y la ambigüedad. En la medida en que hemos estado evitando la incertidumbre, es natural que tengamos síntomas de retirada, que nos retiremos de pensar que siempre hay un problema y que alguien, en alguna parte, tiene que resolverlo.
El camino del medio está muy abierto, pero avanzar por él es duro porque atenta directamente contra el núcleo del antiguo patrón neurótico que todos compartimos. Cuando nos sentimos solos, cuando no tenemos esperanza, lo que queremos hacer es ir a la izquierda o a la derecha. No queremos sentarnos y sentir lo que estamos sintiendo. No queremos pasar por la desintoxicación; y, sin embargo, el camino del medio nos anima a hacer exactamente eso. Nos anima a despertar la valentía que existe en cada uno de nosotros sin excepción, incluyéndonos a ti y a mí.
La meditación es una preparación para seguir el camino del medio, para estar exactamente en el sitio. Se nos anima a no juzgar lo que surge en nuestra mente; de hecho, se nos anima a ni siquiera apegarnos a ello. Se nos pide que simplemente reconozcamos como pensamiento todo lo que solemos clasificar como bueno o malo, sin todo el drama habitual que acompaña al bien y al mal.
Se nos instruye a dejar que los pensamientos vengan y vayan como si tocáramos una burbuja con una pluma. Esta disciplina directa nos prepara para dejar de luchar y descubrir así un estado de ser fresco y sin sesgo.
Extracto del libro:
Cuando Todo Se Derrumba
Pema Chödron