lunes, 18 de agosto de 2014

EVITA EL SACRIFICIO IRRACIONAL: NO TE ANULES PARA QUE TU PAREJA SEA FELIZ


Donde hay amor, no hay sacrificio.
JACINTO BENAVENTE

Todo exceso, lo mismo que toda
renunciación, trae su castigo.
OSCAR WILDE

Amor por contraste: parecer un poco más ignorante para que la pareja se sienta más inteligente; pasar desapercibido para que ella o él se destaque; fracasar para que los errores del otro se diluyan; afearse para que la persona amada se vea mejor. Un sacrificio de los peores y el más autodestructivo: ser menos para que la persona amada se sienta más. ¿Habrá mayor estupidez «amorosa»? Aunque parezca extraño, infinidad de parejas sufren de esta compensación negativa. Tú mismo podrías estar, precisamente ahora, metido en este juego enfermizo de intentar equilibrar disparidades por lo bajo. Una joven mujer, muy triunfante en su profesión, me decía: «¿Cómo voy a seguir triunfando si él no tiene éxito? Me sentiría muy mal... Prefiero igualarme y equilibrar la cuestión. No puedo alejarme tanto de su realidad, porque él sufriría mucho o incluso podría perderlo...». La conclusiónes terrible: ¡fracasemos juntos para que el amor se sostenga! Y ni siquiera se trata de acoplar nuestros defectos o incapacidades, sino de ser más insuficiente que el otro, invalidarse y sabotearse a uno mismo.

A veces, el déficit y las incapacidades de la persona amada nos duelen tanto que queremos eliminar el sufrimiento a cualquier precio y «equilibrar» la cuestión sufriendo más que el otro. Hundirnos para que la pareja salga a flote, en vez de tirarle un salvavidas: «Relájate, mi amor: soy, o estoy, peor que tú». Mal de dos, consuelo de enamorados (como si las incapacidades o las inseguridades de la persona que amamos se eliminaran mágicamente con el sacrificio). Autocastigarse o anularse para levantarle la moral al otro es matar el amor en nombre del amor. Ésa es la paradoja.

A causa del despecho y el desamor, algunos se cortan las venas y otros se inician en el consumo de drogas o adoptan una vida licenciosa y sin control. Para todos estos casos hay protocolos escritos y detallados que ponen en práctica médicos u otros profesionales cualificados. Pero la autoaniquilación psicológica por afecto pasa inadvertida, ya que no es tan dramática y quien la ejecuta lo hace en el más estricto anonimato (además, no siempre se es consciente de ello). Hay que alertar a la población sobre su existencia, porque cualquiera puede caer en la trampa de la autodestrucción del «yo».

Extracto del libro: 
Manual Para No Morir de Amor 
Walter Riso