Si ninguno de los dos habéis tenido éxito en la práctica, el viernes será el momento para escucharos profundamente y hablaras con afecto. El que se ha enojado tiene derecho a decir lo que guarda en su corazón. Si es tu pareja la que se ha enfadado, limítate a escucharla, porque has hecho la promesa de escuchar sin reaccionar. Haces todo lo posible por practicar el escuchar compasivamente, no con el propósito de juzgar, criticar o analizar, sino sólo para ayudar a la otra persona a decir lo que piensa y para aliviar su sufrimiento.
Cuando compartes tu sufrimiento, tienes derecho a decir lo que guardas en el corazón, en realidad es tu deber hacerlo, porque la otra persona tiene derecho a saberlo todo, ya que os habéis hecho una promesa.
Dile todo cuanto guardes en el corazón con una única condición: Debes decírselo con serenidad y afecto. En el momento en que la irritación se manifieste, en el momento en que notes que vas a perder la calma, la serenidad, te ruego que te detengas diciendo: «Cariño, ahora no puedo continuar, ¿podemos vernos en otro momento? Necesito practicar más el andar y respirar conscientemente.
Dile todo cuanto guardes en el corazón con una única condición: Debes decírselo con serenidad y afecto. En el momento en que la irritación se manifieste, en el momento en que notes que vas a perder la calma, la serenidad, te ruego que te detengas diciendo: «Cariño, ahora no puedo continuar, ¿podemos vernos en otro momento? Necesito practicar más el andar y respirar conscientemente.
Como ahora no estoy en mi mejor momento, no creo que pueda hacer bien la práctica de hablar con afecto». La otra persona estará de acuerdo en posponer la sesión para más tarde, quizá para el próximo viernes.
Si eres tú el que escucha, también debes practicar la respiración consciente. Haces esta práctica para vaciarte de cualquier idea o noción, para poder escuchar. Escucha con compasión y permanece ahí con todo tu ser para que la otra persona se sienta mejor. Tienes la semilla de la compasión en ti, y se manifestará cuando veas que tu pareja está sufriendo mucho. Por tanto, prometes ser el Bodhisatva, el Gran Ser que escucha profundamente. Este Bodhisatva de la Compasión debe ser una persona real y no sólo una idea.
Extracto del libro:
LA IRA (El dominio del fuego interior)
Thich Nhat Hanh
Thich Nhat Hanh
Fotografía de Internet