domingo, 23 de noviembre de 2014

EDUCACIÓN SEXUAL REPRESIVA


Mi hermano tiene 5 años mas que yo. Cuando yo tenía 14 – hace 37 -, el tenía una novia, y a veces, los viernes, mi hermano salía sin la novia. A mi me sorprendía, no entendía porque la novia lo dejaba. Entonces el me decía:

- ¿Y?.
- Y entonces le tengo mucho respeto
- ¿Y?
- Y entonces hay cosas que yo no voy a hacer con ella...

Entonces yo le decía:

- ¿Y ella lo sabe?.
- Si.
- ¿Y no se enoja?
- Bueno se enojó. Pero después habló con la madre...
- ¿Y?.
- Y entonces la madre le dijo que ella no tenía que enojarse, que al contrario, es demostraba que yo era un buen muchacho.

Esto, créanme, es verdad, literalmente pasó (y prefiero pensar que ya no pasa).

Entonces, las madres de aquellas novias de mi hermano o mías les enseñaban a sus hijas que los hombres teníamos ciertas “necesidades fisiológicas”.

Se entiende que esto no tiene ningún asidero en lo real, no hay un solo libro de medicina que hable de esto, pero algún varón piola un día lo inventó y calzó tan bien, que como las chicas no podían tener relaciones antes del matrimonio, avalaban que los chicos tuvieran sus aventuras por ahí.

Claro, las chicas preguntaban: “¿Y nosotras no tenemos necesidad fisiológica?”, porque sentían cosas. Y las madres, claro, les explicaban que no tenían. ¿Por qué no tenían?. Porque tenían... ¡el alivio de la menstruación!.

¡Que infames!, suena – y es – de terror, pero este argumento fue parte del concepto educativo hasta hace 20 años. Se decía que la menstruación era un alivio porque “depuraba la sangre”, y entonces con la sangre depurada de toxinas las mujeres no tenían “esos” deseos. Como el hombre no tenía esta depuración de la menstruación, entonces tenía que resolver su incontenible necesidad fisiológica, porque si no la resolvía... ¡le dolían los testículos!.

Y lo peor de todo es que el mundo entero creía esto, ¡inclusive los hombres!, que nos montábamos en la historia de que nos dolía, que nos apretaba, que hace mucho que no... Esto parece absurdo hoy, sin embargo, la impronta se mantiene. Esto es lo grave.

Nosotros que sabemos que no es así, seguimos funcionando como si así fuera, permitiéndoles algunas licencias a los hombres como si tuvieran la necesidad fisiológica y no permitiéndoselas a algunas mujeres como si tuvieran el alivio de la menstruación.

Y no es que el dolor testicular no exista, sino que era una historia planteada por los hombres.

Después de un round de caricias subidas de tono (franelas, como se decía entonces), el varón decía: “¡No me vas a dejar así!”.

¿Y ella?. ¿Por qué ella no decía “No me vas a dejar así”?. Como si ella no sintiera nada... ¿Qué pasaba con el “así” de ella?

Esta historia espantosa condiciona nuestra creencia hasta tal punto que seguimos diferenciando la sexualidad entre hombres y mujeres, diciéndoles a nuestras hijas que las mujeres tienen mas que perder.

Escucho estas frases y me parece increíble que la educación represiva de hace mas de 50 años siga causando estragos.

La educación ha cambiado, es cierto, estas cosas no se escuchan en verdad, los jóvenes mismos son mas sanos, sin lugar a dudas. Y sin embargo, hace falta admitir con humildad que nuestra ignorancia pasada influye todavía en nuestras vidas.

Extracto del libro:
El Camino del Encuentro
Jorge Bucay
Fotografía
 
 tomada de internet