sábado, 13 de diciembre de 2014

EL PROBLEMA DEL HOMBRE NO ESTÁ EN LA BOMBA ATÓMICA, SINO EN SU CORAZÓN


El amor es una experiencia personal para la que no sirven recetas. Es un arte que requiere disciplina, paciencia y empatía. Para amar, uno ha de ser consciente y ocuparse de su obra cada día.

Nuestra sociedad habla mucho de cómo prosperar en la empresa, en la sociedad, en los estudios, pero a menudo olvidamos que esa misma disciplina mental y emocional es necesaria para amar de forma inteligente.

Amamos tal como somos, por lo que también nuestra forma de relacionarnos con los demás es una forma de autoconocimiento. Como decía Erich Fromm, «en el acto de amar, de entregarse, en el acto de penetrar en la otra persona, me encuentro a mí mismo, me descubro, nos descubro a ambos, descubro al hombre».

La paciencia nos permite establecer vínculos duraderos, nos ayuda a escuchar y a volcarnos en las situaciones de forma plena. Amar es activo, ya que implica sentir, hacer y vivir.

Tal como decía Einstein, dentro de cada ser humano late una bomba capaz de contrarrestar kilotones de hostilidad y confusión. El corazón es nuestra mejor arma para ganar la paz interior.

Tomado del libro:
Einstein para despistados
85 soluciones atómicas para problemas 
 
relativamente graves
Allan Percy
Fotografía de Internet