Sócrates ya nos hablaba, con la mayéutica, sobre la importancia de cuestionarnos la realidad. Su técnica llevaba al «parto de las ideas» gracias a una serie de preguntas y respuestas en las que el maestro guiaba al alumno en su propio proceso, descubriéndole sus propias contradicciones.
Albert Einstein decía al respecto: «Si yo tuviera una hora para resolver un problema y mi vida dependiera de la solución, gastaría los primeros 55 minutos para determinar la pregunta apropiada, porque una vez supiera la pregunta correcta podría resolver el problema en menos de cinco minutos». Y es que una pregunta precisa moviliza toda la energía hacia el hallazgo de la solución.
Según el gurú del pensamiento positivo Wayne Dyer, «no puedes crecer y desarrollarte si sabes la respuestas antes que las preguntas».
Tomado del libro:
Einstein para despistados
85 soluciones atómicas para problemas
relativamente graves
Allan Percy
Fotografía de Internet