En algunas situaciones extremas puede que te resulte imposible aceptar el ahora. Pero la rendición siempre te ofrece una segunda oportunidad.
TU PRIMERA OPORTUNIDAD CONSISTE EN RENDIRTE cada momento a la realidad de ese momento.
Sabiendo que lo que es no puede deshacerse —porque ya es—, dices sí a lo que es o aceptas lo que no es.
Entonces haces lo que tienes que hacer, lo que la situación requiera.
Si te mantienes en este estado de aceptación, no crearás más negatividad, ni más sufrimiento, ni más infelicidad. Vives en un estado de no-resistencia, en un estado de gracia y ligereza, libre de luchas.
Cuando no eres capaz de hacerlo así, cuando pierdes esta primera oportunidad, bien porque no eres capaz de generar suficiente presencia consciente para impedir que surja algún patrón de resistencia habitual, o bien porque la situación es tan extrema que te resulta absolutamente inaceptable, entonces estarás generando dolor, sufrimiento de algún tipo.
Podría parecer que la situación está creando el sufrimiento, pero en último término no es así: la responsable es tu resistencia.
ÉSTA ES TU SEGUNDA OPORTUNIDAD DE RENDIRTE: si no puedes aceptar lo de fuera, entonces acepta lo
de dentro. Si no puedes aceptar la situación externa, acepta la situación interna.
Esto significa: no te resistas al dolor. Permítelo. Ríndete al dolor, a la desesperación, al miedo, a la soledad o a
cualquier forma que adopte el sufrimiento. Obsérvalo sin etiquetarlo mentalmente. Abrázalo.
A continuación observa cómo el milagro de la rendición transmuta el sufrimiento profundo en paz profunda.
Ésta es tu crucifixión. Deja que se convierta también en tu resurrección y ascensión.
Cuando sientas un dolor profundo, toda charla sobre la rendición probablemente te parecerá intrascendente y
sin sentido. Si sientes un dolor profundo, lo más probable es que te surja un fuerte impulso de escapar de él, no
de rendirte a él. No quieres sentir lo que sientes. ¿Qué podría ser más normal? Pero no hay escapatoria, no
hay salida.
Puede que haya seudoescapes: el trabajo, la bebida, las drogas, enfadarte, proyectar el dolor..., pero no te
liberan del dolor. La intensidad del sufrimiento no disminuye cuando lo haces inconsciente. Cuando niegas el
dolor emocional, lo que haces o piensas, e incluso tus relaciones, todo queda contaminado por él. Lo emites,
por así decirlo, pues es la energía que emana de ti, y los demás lo notarán subliminalmente.
Si son inconscientes, puede que se sientan obligados a atacarte o herirte de algún modo, o puede que tú les
hieras al proyectar inconscientemente tu dolor. Atraes y manifiestas lo que corresponde a tu estado interno.
PRACTICANDO EL PODER DEL AHORA (extracto)
Enseñanzas, Meditaciones y Ejercicios Esenciales
Eckhart Tolle