La primera vez que la mente se vuelve meditativa, el amor da la impresión de ser una servidumbre. Y en un sentido es verdad, porque una mente que no es meditativa no puede estar realmente enamorada. Ese amor es falso, ilusorio; más parecido a un capricho y menos al amor.
Pero no tienes nada con qué compararlo a menos que suceda el de verdad, de modo que cuando la meditación empieza, poco a poco se disipa y desaparece el amor ilusorio. Primero, no te desanimes. Segundo, no lo conviertas en una actitud permanente; estas son dos posibilidades. Si alguien es un creador y medita, toda la creatividad desaparecerá por el momento. Si eres pintor, de pronto no te encontraras enfrascado en tu pasión. Puedes continuar, pero veras que tu energía y entusiasmo se reducen. Si eres poeta, la poesía cesará. Si eres hombres que has estado enamorado, esa energía simplemente se desvanecerá. Si tratas de obligarte a entrar en una relación, de ser tu viejo yo, la imposición será muy peligrosa. Entonces haces algo contradictorio: por un lado tratas de entrar, por el otro, intentas salir. Es como si condujeras un coche y pisaras al mismo tiempo el acelerador y el freno. Puede ser un desastre, porque haces dos cosas opuestas al mismo tiempo.
La meditación solo va contra el amor falso. Lo falso desaparecerá, es una condición básica para que aparezca lo verdadero. Lo falso debe irse, debe abandonarte por completo; solo entonces estarás disponible para lo real. Mucha gente piensa que el amor está contra la meditación, y la meditación contra el amor... lo cual no es cierto. La meditación está contra el amor falso, pero por completo entregada al amor verdadero.
Extracto del libro:
DÍA A DÍA
Osho
Día 274
Osho
Día 274
Fotografía tomada de internet