viernes, 17 de abril de 2015

DIOS NO SE DEJA ENCERRAR


En la Universidad te enseñan teorías, fórmulas y técnicas, y la teología debiera de servir para hacer ignotos, ignorantes que cuestionen todo antes de adoptarlo. En la Universidad te enseñan y en la Facultad de Teología debieran sólo despertarte atacando tus errores y tus fórmulas.

«¿Sabéis lo que le ocurrió a un caníbal que se comió a un misionero católico, a un protestante y a un metodista?. Pues que tuvo movimiento ecuménico en su tripa». Sólo nos separan las palabras y los conceptos. En el fondo todo es lo mismo. Dios es sólo uno y no se deja encerrar.

Lo que llamas «tú» no tiene respuesta, pues «tú» no eres nada. Sólo la realidad existe, y sólo entrarás en esa realidad a base de liberarte de tus programaciones y meterte en la noche oscura del no-saber, de los noconceptos.

Aunque antes dije que el niño es incapaz de amar, creo que no lo dije bien, pues los niños, seguramente, saben amar de una manera tan pura y sin conceptos, tan espontánea, que no lo entendemos con nuestra mentalidad programada. Los niños son los únicos que ven las cosas como son. Ven a las personas sin etiquetas, sin prejuicios, y responden con espontaneidad a la realidad, sin interferencias. Los prejuicios, las etiquetas y los miedos se los metemos luego nosotros, los mayores, de la misma forma inconsciente que usamos de esa programación mecánicamente, como hábito.

¡Qué peligrosa es la inconsciencia!. Para liberarte de los prejuicios sólo tienes la consciencia. Es la consciencia la que te puede liberar. Siempre serás esclavo de las cosas de las que no eres consciente.

Hay que ser conscientes de que Dios no se deja prender por conceptos ni encerrar en palabras. Por eso, los niños están más cerca de Dios, mientras nosotros no deformamos su espontaneidad con imágenes y conceptos de «malo» y «bueno». La tesis de que Dios es incomprensible siempre ha estado presente en la teología católica. Para Tomás de Aquino, era evidente. Y para Rhaner, incluso en la visión inmediata de Dios, en la eternidad, seguía siendo incomprensible. La incomprensibilidad de Dios es el centro que debe iluminar toda teología. El mejor teólogo es el que sabe explicar la teología como Jesucristo: por medio de cuentos, sin conceptos. Por medio de la vida como hacía Jesús con las parábolas y con sus hechos en la vida cotidiana. Si nos agarramos a los símbolos olvidaremos la realidad que encierra el símbolo.

Extracto del libro:
La Iluminación es la Espiritualidad
Anthony de Mello
Fotografía de internet