Según los orientales, el sexo es la máxima expresión de la iluminación.
La iluminación es enunciada por los místicos como la disolución del yo. Esto es: ser un todo con el otro.
Durante ese instante donde yo pierdo el control, por un momento dejo de ser yo y puedo conseguir la fantasía de fundirme con el otro.
Fundirse con el otro es el deseo supremo del amor.
La mente vacía de pensamiento, el éxtasis de la aceptación del otro. La ausencia de expectativas y de memoria y la entrega total al presente son los hitos del camino que lleva al sexo como iluminación.
Yo no creo que todas las relaciones sexuales sean gloriosas y magnificentes, ni que en todas se pueda llegar a la disolución del yo. Por eso digo: ojalá que podamos muchas veces.
Quiero decir, por lo menos de vez en cuando hay que desacondicionarse, dejar de controlar y entregarse...
Pero surge la pregunta, hasta donde. ¿No será peligroso tanto descontrol, no hay peligro de caer en la perversión?.
En todo caso habría que determinar, primero, que es lo perverso y que no lo es.
Habrá que animarse entonces a saber quién soy, que elijo, que me gusta y que voy a hacer con ello.
Empezar a pensar que estamos haciendo nosotros para mejorar nuestros problemas de anorgasmia, eyaculación precoz, impotencia, frigidez...
Hay personas que no están satisfechas con su vida sexual pero que no están dispuestos a hacer nada al respecto. Hay que entender que nuestra sexualidad es muy importante.
Los argentinos somos un poco pacatos, aprensivos, fifís con la sexualidad.
Cuentan en España que un señor se encuentra con una mujer hermosa en un bar y la invita a pasar la noche.
Tienen una velada de sexo y lujuria espectacular y a la mañana siguiente mantienen este dialogo:
Si ella es estadounidense, dice: “Very good...”
Si ella es italiana, dice: “Faciamo l´otra volta...”
Si ella es española, dice: “Zi me llegaz a dejar deshpuéz de eshto... te mataré.
Y si ella es argentina dice: “¡Ay... que pensará usted de mi”.
Esto habla de nosotros, de nuestra idea vergonzante de la sexualidad, que es producto de una educación mezquina respecto de nuestra libertad sexual.
Porque la sexualidad tiene mucho que ver con la libertad personal.
Ser libre es elegir con quién, cuánto, como , dónde.
Extracto del libro:
El Camino del Encuentro
Jorge Bucay
Fotografía tomada de internet