Pequeña guía para no idealizar a tu pareja y que el amor se pose sobre la tierra.
3. ¿PARA QUÉ QUIERES UNA SUPERPAREJA?
¿Eres de las personas que sueñan con tener como pareja a una supermodelo o a un supergalán? Piénsalo un instante y respóndete con sinceridad: ¿para qué quieres una persona así? ¡Tendrías que mantener a raya a una multitud desenfrenada de admiradores!
Además, después de unos meses de estar juntos, el aspecto físico, si es lo único que interesa, tiende a perder su efecto inicial (ya no es novedad). Quizá ya te ha pasado. Estás con alguien muy atractivo y al cabo de un tiempo, ya no parece lo que era. Se normaliza, se afea. Y cuando menos lo piensas, te empieza a gustar alguien que está muy lejos de tus estándares de belleza. ¿Por qué? Porque no te enamoras de la fama, el estatus, de un cuerpo o de la cartera (aunque estas cosas ayudan bastante en la etapa inicial de la conquista): te enamoras de la persona, de lo que es en sí misma, de su personalidad, de su humor, de sus guiños, de la sonrisa, de cómo quiere a su familia, de su sensibilidad, de sus ideas. No digo que el físico no importe, lo que sostengo es que no es suficiente para enamorarse: más importante que el cuerpo, es cómo se lleva y qué se hace con él.
Las superparejas no existen, así que no las inventes ni las exijas. La trampa es como sigue: si el sueño es engancharse con la mujer diez o el hombre diez (por ejemplo, famosos, adinerados, bellos), pero ninguno de estos seres especiales se fija en ti, entonces, te buscas una pareja «normal» (que debería bastarte) y empiezas (consciente o inconscientemente) a «recomponerla» y emperifollarla para que suba de nivel.
Este «cambio extremo» ni siquiera debe ser real; basta con que la mente lo perciba así y puedas exhibirte socialmente con ella. ¿Habrá mayor estupidez, mayor desgaste, mayor falta de respeto hacia el otro?
Extracto del libro:
Manual Para No Morir de Amor
Walter Riso
Fotografía de internet