domingo, 26 de julio de 2015

RELACIONES IMBERBES


¿Qué podemos decir de aquellas relaciones de pareja en las que los enamorados son casi unos niños y se han ido a vivir juntos? Me refiero a los matrimonios imberbes, patrocinados o no por los padres. Hemos dicho que el amor no tiene edad, pero a veces hay que ponerle pañales. Si apenas puedo con mi vida, ¿cómo voy a congeniar con otra? He atendido a muchos jóvenes, casi adolescentes, que intentaban llevar una vida de pareja adulta imposible. Mi conclusión no es optimista: la mayoría de estas relaciones no funcionan o requieren de mucha ayuda profesional para salir adelante.

Hay un tiempo cronológico y mental para sentar cabeza y otro para volar sin freno, y por eso crear «madurez» o «juventud» en el consultorio es imposible. 

Hay épocas influidas por determinados mandatos sociales, ciclos vitales y variaciones hormonales que nos empujan a actuar de tal o cual manera. No quiero decir con esto que no existan matrimonios entre gente muy joven que vivan bien, pero su porcentaje de éxito es bastante bajo. Algunos progenitores corren a casar a su joven hija porque se ha quedado embarazada, sin darse cuenta de que es preferible una madre soltera psicológicamente sana que una madre mal casada y ansiosa; más aún, yo diría que estar casado no es una virtud a la que hay que acceder a cualquier precio. El matrimonio requiere de una decisión pensada y analizada con el corazón palpitante y la cabeza fría: no es un juego de niños.

Extracto del libro: 
Manual Para No Morir de Amor 
Walter Riso
Fotografía de internet