sábado, 31 de diciembre de 2016

TERCER EJERCICIO DE CONCIENCIACIÓN








Los Cinco Ejercicios de Concienciación


Tercer Ejercicio de Concienciación:





La responsabilidad sexual





Consciente del sufrimiento que causa la conducta sexual incorrecta, me comprometo a cultivar la responsabilidad y a aprender formas de proteger la seguridad y la integridad de las personas, las parejas, las familias y la sociedad. Estoy decidido a no involucrarme en relaciones sexuales sin amor y sin un largo compromiso. Para preservar mi propia felicidad y la de los demás, estoy decidido a respetar mis propias obligaciones y las de los demás. Haré todo lo posible para proteger a los niños de los abusos sexuales y para evitar que las parejas y familias se separen por una conducta sexual incorrecta.










Extracto del libro:


LA IRA (El dominio del fuego interior)


Thich Nhat Hanh


Fotografía tomada de internet

















TERCER EJERCICIO DE CONCIENCIACIÓN


Los Cinco Ejercicios de Concienciación
Tercer Ejercicio de Concienciación:

La responsabilidad sexual

Consciente del sufrimiento que causa la conducta sexual incorrecta, me comprometo a cultivar la responsabilidad y a aprender formas de proteger la seguridad y la integridad de las personas, las parejas, las familias y la sociedad. Estoy decidido a no involucrarme en relaciones sexuales sin amor y sin un largo compromiso. Para preservar mi propia felicidad y la de los demás, estoy decidido a respetar mis propias obligaciones y las de los demás. Haré todo lo posible para proteger a los niños de los abusos sexuales y para evitar que las parejas y familias se separen por una conducta sexual incorrecta.


Extracto del libro:
LA IRA (El dominio del fuego interior)
Thich Nhat Hanh
Fotografía tomada de internet

SEGUNDO EJERCICIO DE CONCIENCIACIÓN





Los Cinco Ejercicios de Concienciación


Segundo Ejercicio de Concienciación:





La generosidad








Consciente del sufrimiento que causan la explotación, la injusticia social, el robo y la opresión, me comprometo a cultivar el amor compasivo y a aprender formas de trabajar por el bienestar de las personas, los animales, las plantas y los minerales. Me comprometo a practicar la generosidad compartiendo mi tiempo, mi energía y mis recursos materiales con aquellos que realmente lo necesitan. Estoy decidido a no robar ni a poseer nada que pertenezca a los demás. Respetaré la propiedad de los demás, pero no permitiré que nadie se aproveche del sufrimiento humano o del de las otras especies de la Tierra.








Extracto del libro:


LA IRA (El dominio del fuego interior)


Thich Nhat Hanh


Fotografía tomada de internet




SEGUNDO EJERCICIO DE CONCIENCIACIÓN

Los Cinco Ejercicios de Concienciación
Segundo Ejercicio de Concienciación:

La generosidad


Consciente del sufrimiento que causan la explotación, la injusticia social, el robo y la opresión, me comprometo a cultivar el amor compasivo y a aprender formas de trabajar por el bienestar de las personas, los animales, las plantas y los minerales. Me comprometo a practicar la generosidad compartiendo mi tiempo, mi energía y mis recursos materiales con aquellos que realmente lo necesitan. Estoy decidido a no robar ni a poseer nada que pertenezca a los demás. Respetaré la propiedad de los demás, pero no permitiré que nadie se aproveche del sufrimiento humano o del de las otras especies de la Tierra.


Extracto del libro:
LA IRA (El dominio del fuego interior)
Thich Nhat Hanh
Fotografía tomada de internet

viernes, 30 de diciembre de 2016

PRIMER EJERCICIO DE CONCIENCIACIÓN










Los Cinco Ejercicios de Concienciación





Primer Ejercicio de Concienciación:





El respeto por la vida





Consciente del sufrimiento que causa la destrucción de la vida, me comprometo a cultivar la compasión y a aprender formas de proteger la vida de las personas, los animales, las plantas y los minerales. Estoy decidido a no matar, a no permitir que los demás maten y a no tolerar ningún acto de muerte en el mundo, en mis pensamientos y en mi forma de vivir.












Extracto del libro:



LA IRA (El dominio del fuego interior)


Thich Nhat Hanh




Fotografía tomada de internet








PRIMER EJERCICIO DE CONCIENCIACIÓN


Los Cinco Ejercicios de Concienciación

Primer Ejercicio de Concienciación:

El respeto por la vida

Consciente del sufrimiento que causa la destrucción de la vida, me comprometo a cultivar la compasión y a aprender formas de proteger la vida de las personas, los animales, las plantas y los minerales. Estoy decidido a no matar, a no permitir que los demás maten y a no tolerar ningún acto de muerte en el mundo, en mis pensamientos y en mi forma de vivir.



Extracto del libro:
LA IRA (El dominio del fuego interior)
Thich Nhat Hanh

Fotografía tomada de internet

NUEVOS HORIZONTES











Tomado del libro:


El Librito Que Fortalece


Proverbios reconfortantesy máximas motivadora


Lucia Canovi


Fotografía extraída de internet


NUEVOS HORIZONTES




Tomado del libro:
El Librito Que Fortalece
Proverbios reconfortantesy máximas motivadora
Lucia Canovi
Fotografía extraída de internet

jueves, 29 de diciembre de 2016

EL VIOLÍN DE PAGANINI*








Hubo un gran violinista llamado Paganini. Algunos decían que era una persona extraña. Otros, que había en él algo sobrenatural. Las notas mágicas que salían de su violín tenían un sonido diferente, y por eso nadie quería perder la oportunidad de verlo tocar.





Una noche, el escenario estaba repleto de admiradores preparados para recibirlo. La orquesta entró y fue aplaudida. El director entró y recibió una gran ovación. Pero cuando la figura de Paganini surgió, triunfante, el público deliró. El violinista se puso el instrumento en el hombro, y lo que siguió fue indescriptible: blancas y negras, fusas y semifusas, corcheas y semicorcheas parecían tener alas y volar al toque de aquellos dedos encantados.





De repente, un sonido extraño interrumpió el ensueño de la platea: una de las cuerdas del violín de Paganini se había roto. El director paró. La orquesta se calló. El público estaba en suspenso. Pero Paganini no se detuvo. Mirando su partitura, continuó extrayendo sonidos deliciosos de su violín atrofiado. El director y la orquesta, admirados, volvieron a tocar.





Cuando el público se tranquilizó, de repente otro sonido perturbador atrajo su atención. Otra cuerda del violín se rompió. El director y la orquesta pararon de nuevo, mas Paganini continuó como si nada hubiera ocurrido. Impresionados, los músicos volvieron a tocar.





Pero el público no podía imaginar lo que iba a ocurrir a continuación. Todos los asistentes, asombrados, gritaron un "¡oohhh!" que retumbó por la sala: otra cuerda del violín se había roto. El director y la orquesta se detuvieron. La respiración del público cesó. Pero Paganini seguía: como un contorsionista musical, arrancaba todos los sonidos posibles de la única cuerda que le quedaba al destruido violín. El director, embelesado, se animó, y la orquesta volvió a tocar con mayor entusiasmo. El público iba del silencio a la euforia, de la inercia al delirio.





Paganini alcanzó la gloria, y su nombre corrió a través del tiempo. No fue apenas un violinista genial, sino el símbolo del profesional que continúa adelante aun ante lo imposible.





Cuando todo parece derrumbarse, démonos una oportunidad y sigamos adelante; despertemos al Paganini que existe en nuestro interior. La celebridad es el arte de continuar donde otros resuelven parar.





__________


* Contribución de Daniel Molina, 9 de agosto de 2001.









Extracto del libro:




La culpa es de la vaca 1a parte


Lopera y Bernal


Fotografía de Internet





EL VIOLÍN DE PAGANINI*


Hubo un gran violinista llamado Paganini. Algunos decían que era una persona extraña. Otros, que había en él algo sobrenatural. Las notas mágicas que salían de su violín tenían un sonido diferente, y por eso nadie quería perder la oportunidad de verlo tocar.

Una noche, el escenario estaba repleto de admiradores preparados para recibirlo. La orquesta entró y fue aplaudida. El director entró y recibió una gran ovación. Pero cuando la figura de Paganini surgió, triunfante, el público deliró. El violinista se puso el instrumento en el hombro, y lo que siguió fue indescriptible: blancas y negras, fusas y semifusas, corcheas y semicorcheas parecían tener alas y volar al toque de aquellos dedos encantados.

De repente, un sonido extraño interrumpió el ensueño de la platea: una de las cuerdas del violín de Paganini se había roto. El director paró. La orquesta se calló. El público estaba en suspenso. Pero Paganini no se detuvo. Mirando su partitura, continuó extrayendo sonidos deliciosos de su violín atrofiado. El director y la orquesta, admirados, volvieron a tocar.

Cuando el público se tranquilizó, de repente otro sonido perturbador atrajo su atención. Otra cuerda del violín se rompió. El director y la orquesta pararon de nuevo, mas Paganini continuó como si nada hubiera ocurrido. Impresionados, los músicos volvieron a tocar.

Pero el público no podía imaginar lo que iba a ocurrir a continuación. Todos los asistentes, asombrados, gritaron un "¡oohhh!" que retumbó por la sala: otra cuerda del violín se había roto. El director y la orquesta se detuvieron. La respiración del público cesó. Pero Paganini seguía: como un contorsionista musical, arrancaba todos los sonidos posibles de la única cuerda que le quedaba al destruido violín. El director, embelesado, se animó, y la orquesta volvió a tocar con mayor entusiasmo. El público iba del silencio a la euforia, de la inercia al delirio.

Paganini alcanzó la gloria, y su nombre corrió a través del tiempo. No fue apenas un violinista genial, sino el símbolo del profesional que continúa adelante aun ante lo imposible.

Cuando todo parece derrumbarse, démonos una oportunidad y sigamos adelante; despertemos al Paganini que existe en nuestro interior. La celebridad es el arte de continuar donde otros resuelven parar.

__________
* Contribución de Daniel Molina, 9 de agosto de 2001.


Extracto del libro:
La culpa es de la vaca 1a parte
Lopera y Bernal
Fotografía de Internet

¡OBSERVA Y ESPERA!






¡OBSERVA Y ESPERA!


martes, 27 de diciembre de 2016

ESTAR ALERTA








Observación 


Dios 


Encuentro 


Abandono 


Reconoci­miento 


El yo 





Mira cómo haces las cosas y siempre des­cubrirás al yo. La gente que hace plega­rias siempre mira a su alrededor. Va a una mez­quita y mira, va a un templo y mira. Si hay mu­cha gente, dice sus plegarias con fervor. Si no hay nadie que los mire, lo hacen de prisa, co­mo si la plegaria no estuviera dirigida a Dios si­no a los visitantes, a los observadores. 





Esto sucede continuamente en cualquier co­sa que haces. No disfrutas del acto, sino de las opiniones de los demás. ¿Y esto qué valor tie­ne? ¿Qué importancia tiene? ¿Para qué estás aquí? ¿Para que otros te consideren un hombre muy bueno, un hombre religioso, un medita­dor, un buscador de la verdad? La verdad pare­ce ser tan importante como que los otros digan que eres un gran buscador de la verdad. 






Obsérvate, mantente atento a lo que estás haciendo. No seas tonto y no te engañes. Es fá­cil hacerlo, pero lo divino sólo se puede produ­cir cuando desaparece esa tontería. De nada ayudará... salvo que quieras seguir acumulando hojarasca alrededor del yo. Observa todo lo que haces y mantente alerta. No sigas movién­dote como un sonámbulo y no pretendas bus­car el reconocimiento de los demás. Sólo man­tente alerta, observa y espera, y lo divino se producirá. Porque, a través de la observación, desaparecerás. Al olvidarte de los demás, te olvidarás del propio yo. 





Incluso con Dios, la gente tiene la misma relación: rezan en voz alta sólo para obtener cierto reconocimiento de lo divino. Como de esa fuente no puede provenir reconoci­miento alguno, crearon nuevas agencias intermediarias: los sacerdotes. Ellos te pueden brindar reconocimiento. Dios nunca te reconoce; Dios únicamente te reconoce cuando no estás, y éste es el problema. Por eso existen los sacer­dotes: te pueden reconocer; te pueden decir: "Sí, estás creciendo." Si en verdad estás creciendo, no hay necesidad de preguntárselo a nadie; el crecimiento hablará por sí mismo; y, aunque el mundo entero lo niegue, el crecimiento habla­rá por sí mismo. Lo sentirás, estarás satisfecho con eso y no seguirás preguntando. Dios no te reconoce; por eso, en este siglo, se ha dicho que Dios está muerto. Si no nos re­conoce, ¿cómo podría estar vivo? Debería reconocernos y únicamente entonces... 





Querríamos conservar nuestro yo hasta el mismísimo final, porque él no está allí para dar seguri­dad. Pero, salvo que te transformes en un nadie co­mo Él, no hay posibilidad de encontrarse con Él. 








Referencia:


El dios de todos (Osho)


Un camino espiritual para descubrir a Dios


Fotografía tomada de internet


ESTAR ALERTA


Observación 
Dios 
Encuentro 
Abandono 
Reconoci­miento 
El yo 

Mira cómo haces las cosas y siempre des­cubrirás al yo. La gente que hace plega­rias siempre mira a su alrededor. Va a una mez­quita y mira, va a un templo y mira. Si hay mu­cha gente, dice sus plegarias con fervor. Si no hay nadie que los mire, lo hacen de prisa, co­mo si la plegaria no estuviera dirigida a Dios si­no a los visitantes, a los observadores. 

Esto sucede continuamente en cualquier co­sa que haces. No disfrutas del acto, sino de las opiniones de los demás. ¿Y esto qué valor tie­ne? ¿Qué importancia tiene? ¿Para qué estás aquí? ¿Para que otros te consideren un hombre muy bueno, un hombre religioso, un medita­dor, un buscador de la verdad? La verdad pare­ce ser tan importante como que los otros digan que eres un gran buscador de la verdad. 

Obsérvate, mantente atento a lo que estás haciendo. No seas tonto y no te engañes. Es fá­cil hacerlo, pero lo divino sólo se puede produ­cir cuando desaparece esa tontería. De nada ayudará... salvo que quieras seguir acumulando hojarasca alrededor del yo. Observa todo lo que haces y mantente alerta. No sigas movién­dote como un sonámbulo y no pretendas bus­car el reconocimiento de los demás. Sólo man­tente alerta, observa y espera, y lo divino se producirá. Porque, a través de la observación, desaparecerás. Al olvidarte de los demás, te olvidarás del propio yo. 

Incluso con Dios, la gente tiene la misma relación: rezan en voz alta sólo para obtener cierto reconocimiento de lo divino. Como de esa fuente no puede provenir reconoci­miento alguno, crearon nuevas agencias intermediarias: los sacerdotes. Ellos te pueden brindar reconocimiento. Dios nunca te reconoce; Dios únicamente te reconoce cuando no estás, y éste es el problema. Por eso existen los sacer­dotes: te pueden reconocer; te pueden decir: "Sí, estás creciendo." Si en verdad estás creciendo, no hay necesidad de preguntárselo a nadie; el crecimiento hablará por sí mismo; y, aunque el mundo entero lo niegue, el crecimiento habla­rá por sí mismo. Lo sentirás, estarás satisfecho con eso y no seguirás preguntando. Dios no te reconoce; por eso, en este siglo, se ha dicho que Dios está muerto. Si no nos re­conoce, ¿cómo podría estar vivo? Debería reconocernos y únicamente entonces... 

Querríamos conservar nuestro yo hasta el mismísimo final, porque él no está allí para dar seguri­dad. Pero, salvo que te transformes en un nadie co­mo Él, no hay posibilidad de encontrarse con Él. 


Referencia:
El dios de todos (Osho)
Un camino espiritual para descubrir a Dios
Fotografía tomada de internet

MÁS GRANDE

















Tomado del libro:


El Librito Que Fortalece


Proverbios reconfortantesy máximas motivadora


Lucia Canovi


Fotografía extraída de internet


MÁS GRANDE






Tomado del libro:
El Librito Que Fortalece
Proverbios reconfortantesy máximas motivadora
Lucia Canovi
Fotografía extraída de internet

lunes, 26 de diciembre de 2016

EL MUNDO ESTA BIEN








Cuando usted se despierta, cuando comprende, cuando ve, el mundo se arregla. Siempre nos molesta el problema del mal. Hay una historia patética sobre un niño que iba por la orilla de un río y vio a un cocodrilo atrapado en una red. El cocodrilo le dijo:





- Niño, apiádate de mí, suéltame. Tal vez yo sea feo, pero no tengo la culpa; así me hicieron. Pero sea cual sea mi aspecto, tengo corazón de madre. Vine en busca de alimento para mis hijos y ¡caí en la trampa!





El niño contestó:





-¡Ah, si te soltara, tú me atraparías y me matarías!





-¿Cómo puedes creerme capaz de hacerle eso a quien es mi benefactor y libertador? - protestó el cocodrilo.





El niño se dejó convencer, y le quitó la red y el cocodrilo lo atrapó.





Cuando el cocodrilo se lo estaba tragando, le dijo el niño:





-¿De manera que así pagas mi buena acción?





- Bueno - le explicó el cocodrilo -, no es nada personal, hijo mío. Así es el mundo. Es la ley de la vida.





El niño se puso a argumentar en contra de eso y el cocodrilo le dijo:





-¿Quieres preguntarle a otro animal si acaso no es así la vida?





El niño vio un pájaro posado en una rama, y se dirigió a él:





- Dime, pájaro, ¿es cierto lo que dice el cocodrilo?





- El cocodrilo tiene razón - opinó el pájaro -, mira mi caso: Un día venía yo a casa con alimento para mis crías; imagínate cual no sería mi pavor al ver a la serpiente subiendo por el árbol, directamente hacia el nido. Yo me hallaba totalmente indefensa. Se comió a todos mis hijitos, uno tras otro. Yo grité y grité, pero fue inútil. el cocodrilo tiene razón: es la ley de la vida. Así es el mundo.





- Ya lo ves - le dijo el cocodrilo al niño -, pero este insistió:





- Déjame preguntarle a otro animal





- Está bien. hazlo - accedió el cocodrilo.





En ese momento paraba por la orilla del río un asno.





- Escucha, asno - le dijo el niño -: El cocodrilo dice esto.





¿Tiene razón?





- Sí. tiene toda la razón - le respondió el asno -. Mírame a mí. Yo trabajé y me esclavicé toda la vida, y mi amo apenas me daba de comer. Ahora que estoy viejo y soy inútil, me soltó, y yo ando vagando por la selva, esperando que algún animal salvaje salte sobre mí y me mate. El cocodrilo tiene razón: es la ley de la vida. Así es el mundo.





Entonces dijo el cocodrilo:





-¡Vamos!





El niño replicó:





- Dame otra oportunidad





El niño vio pasar un conejo, y le dijo:





- Dime conejo, ¿tiene razón el cocodrilo?





El conejo se sentó en las patas traseras, y le preguntó al cocodrilo:





-¿Tú le dijiste eso al niño?





- Así es, eso le dije





- Espera un momento - le sugirió el conejo- Tenemos que discutirlo





- Está bien - aceptó el cocodrilo.





- Pero ¿cómo podremos discutirlo si tienes ese niño en la boca? suéltalo; él también tiene que tomar parte en esta discusión.





El cocodrilo contestó:





- Tú eres muy astuto. Si lo soltara se escaparía.





- Yo creí que tú eras más inteligente - objetó el conejo -. Si intentara huir, podrías matarlo de un coletazo.





- Es justo - concedió el cocodrilo, y soltó al niño.





Apenas quedó libre el niño, el conejo le gritó:





-¡Escapa!





El niño corrió y escapó. Luego le dijo el conejo:





- Oye niño, ¿A ti no te gusta la carne de cocodrilo? ¿La gente de tu pueblo no apetecerá un buen bistec de carne de cocodrilo? En realidad, tú no soltaste del todo al cocodrilo: tiene atrapada la mayor parte del cuerpo en la red ¿por qué no vas a la aldea y los traes a todos para que preparen un banquete?





El niño le hizo caso: fue a la aldea y llamó a los hombres. Éstos trajeron hachas, porras, y lanzas, y dieron muerte al cocodrilo. El perro del niño también vino, y cuando vio al conejo, lo atrapó y lo degolló. El niño llegó demasiado tarde, y, viendo morir al conejo, dijo: "El cocodrilo tenía razón: Así es el mundo. Es la ley de la vida.





¡No hay ninguna explicación para todos los sufrimientos y los males y las torturas y la destrucción y el hambre que hay en el mundo!





Eso nunca se lo podrá explicar uno; puede intentarlo con sus fórmulas, religiosas o de otra índole, pero nunca se lo explicará. porque la vida es un misterio, lo cual quiere decir que con su mente racional, uno no puede explicárselo. Para eso tiene que despertar y entonces se dará cuenta repentinamente de que la realidad no es el problema, el problema es uno mismo.









Extracto del libro:


Despierta (charlas sobre la espiritualidad)




Anthony de Mello


Fotografía tomada de internet



EL MUNDO ESTA BIEN


Cuando usted se despierta, cuando comprende, cuando ve, el mundo se arregla. Siempre nos molesta el problema del mal. Hay una historia patética sobre un niño que iba por la orilla de un río y vio a un cocodrilo atrapado en una red. El cocodrilo le dijo:

- Niño, apiádate de mí, suéltame. Tal vez yo sea feo, pero no tengo la culpa; así me hicieron. Pero sea cual sea mi aspecto, tengo corazón de madre. Vine en busca de alimento para mis hijos y ¡caí en la trampa!

El niño contestó:

-¡Ah, si te soltara, tú me atraparías y me matarías!

-¿Cómo puedes creerme capaz de hacerle eso a quien es mi benefactor y libertador? - protestó el cocodrilo.

El niño se dejó convencer, y le quitó la red y el cocodrilo lo atrapó.

Cuando el cocodrilo se lo estaba tragando, le dijo el niño:

-¿De manera que así pagas mi buena acción?

- Bueno - le explicó el cocodrilo -, no es nada personal, hijo mío. Así es el mundo. Es la ley de la vida.

El niño se puso a argumentar en contra de eso y el cocodrilo le dijo:

-¿Quieres preguntarle a otro animal si acaso no es así la vida?

El niño vio un pájaro posado en una rama, y se dirigió a él:

- Dime, pájaro, ¿es cierto lo que dice el cocodrilo?

- El cocodrilo tiene razón - opinó el pájaro -, mira mi caso: Un día venía yo a casa con alimento para mis crías; imagínate cual no sería mi pavor al ver a la serpiente subiendo por el árbol, directamente hacia el nido. Yo me hallaba totalmente indefensa. Se comió a todos mis hijitos, uno tras otro. Yo grité y grité, pero fue inútil. el cocodrilo tiene razón: es la ley de la vida. Así es el mundo.

- Ya lo ves - le dijo el cocodrilo al niño -, pero este insistió:

- Déjame preguntarle a otro animal

- Está bien. hazlo - accedió el cocodrilo.

En ese momento paraba por la orilla del río un asno.

- Escucha, asno - le dijo el niño -: El cocodrilo dice esto.

¿Tiene razón?

- Sí. tiene toda la razón - le respondió el asno -. Mírame a mí. Yo trabajé y me esclavicé toda la vida, y mi amo apenas me daba de comer. Ahora que estoy viejo y soy inútil, me soltó, y yo ando vagando por la selva, esperando que algún animal salvaje salte sobre mí y me mate. El cocodrilo tiene razón: es la ley de la vida. Así es el mundo.

Entonces dijo el cocodrilo:

-¡Vamos!

El niño replicó:

- Dame otra oportunidad

El niño vio pasar un conejo, y le dijo:

- Dime conejo, ¿tiene razón el cocodrilo?

El conejo se sentó en las patas traseras, y le preguntó al cocodrilo:

-¿Tú le dijiste eso al niño?

- Así es, eso le dije

- Espera un momento - le sugirió el conejo- Tenemos que discutirlo

- Está bien - aceptó el cocodrilo.

- Pero ¿cómo podremos discutirlo si tienes ese niño en la boca? suéltalo; él también tiene que tomar parte en esta discusión.

El cocodrilo contestó:

- Tú eres muy astuto. Si lo soltara se escaparía.

- Yo creí que tú eras más inteligente - objetó el conejo -. Si intentara huir, podrías matarlo de un coletazo.

- Es justo - concedió el cocodrilo, y soltó al niño.

Apenas quedó libre el niño, el conejo le gritó:

-¡Escapa!

El niño corrió y escapó. Luego le dijo el conejo:

- Oye niño, ¿A ti no te gusta la carne de cocodrilo? ¿La gente de tu pueblo no apetecerá un buen bistec de carne de cocodrilo? En realidad, tú no soltaste del todo al cocodrilo: tiene atrapada la mayor parte del cuerpo en la red ¿por qué no vas a la aldea y los traes a todos para que preparen un banquete?

El niño le hizo caso: fue a la aldea y llamó a los hombres. Éstos trajeron hachas, porras, y lanzas, y dieron muerte al cocodrilo. El perro del niño también vino, y cuando vio al conejo, lo atrapó y lo degolló. El niño llegó demasiado tarde, y, viendo morir al conejo, dijo: "El cocodrilo tenía razón: Así es el mundo. Es la ley de la vida.

¡No hay ninguna explicación para todos los sufrimientos y los males y las torturas y la destrucción y el hambre que hay en el mundo!

Eso nunca se lo podrá explicar uno; puede intentarlo con sus fórmulas, religiosas o de otra índole, pero nunca se lo explicará. porque la vida es un misterio, lo cual quiere decir que con su mente racional, uno no puede explicárselo. Para eso tiene que despertar y entonces se dará cuenta repentinamente de que la realidad no es el problema, el problema es uno mismo.


Extracto del libro:
Despierta (charlas sobre la espiritualidad)
Anthony de Mello
Fotografía tomada de internet