jueves, 10 de marzo de 2016

LA MENTE FLEXIBLE


Mientras la mente rígida está petrificada y cerrada al cambio y la mente líquida es gaseosa, la mente flexible tiene un cuerpo modificable. No está fija en un punto ni se desliza por cualquier parte sin rumbo, sino que posee una dirección renovable. A la mente flexible le gusta el movimiento, la curiosidad, la exploración, el humor, la creatividad, la irreverencia y, sobre todo, ponerse a prueba. Si la mente obstinada cierra la puerta al mundo para no poner en duda 
sus estructuras internas y la mente líquida la abre de par en par (aunque sin discernimiento), la mente flexible deja la puerta entreabierta. Lo positivo de la mente rígida es que posee ideas, lo negativo es que se enreda en ellas al pensar que son inmutables y eternas. Lo positivo de la mente líquida es que no pone barreras, lo negativo es la carencia de puntos de vista. La mente flexible mantiene opiniones, tiene creencias y principios, pero está dispuesta al cambio y en pleno contacto con la realidad.

La mentalidad flexible o abierta utiliza el pensamiento crítico como guía de sus decisiones. Se opone al dogmatismo pues es capaz de dudar de sus creencias cuando hay que dudar, es decir, cuando la lógica (buenos argumentos) y la evidencia (el peso significativo de los hechos) las cuestionan y, por tanto, obligan a examinarlas en serio. Tal como afirman los psicólogos Peterson y Seligman,20 podríamos decir que la mente abierta o flexible responde a una virtud correctiva que está incluida prácticamente en todos los catálogos de valores, recientes y antiguos, y que se define por el buen juicio, la racionalidad y la apertura a otras opiniones.

¿Y la fe? ¿Existe una fe flexible? Más bien existe una buena fe, según la cual el sujeto sabe por dónde transita, conoce sus fortalezas y debilidades y es capaz de escuchar y convivir con otras filosofías y religiones. La buena fe no es obsesiva sino que busca el término medio de la «razón razonable» y la «creencia creíble», como afirma el teólogo Hans Küng.21 La buena fe siempre evita los extremos. En uno de sus famosos pensamientos, Pascal nos recuerda que la credibilidad no puede darse por supuesta:22

«El haber oído una cosa no debe nunca constituirse en regla de vuestra fe; al contrario, no debéis creer nada sin colocaros previamente en una situación como si no la hubierais oído nunca. Lo que os debe hacer creer es el consentimiento de vosotros con vosotros mismos y la voz permanente de vuestra propia razón...»
(Pensamiento 260.)

Aunque la fe sea un «salto sobre la razón» (Kierkegaard) o una «apuesta» (Pascal), no es inmune a la duda, porque la certeza no existe en ningún ámbito de la vida, al menos en aquellos de los que no somos místicos. Es conocida la posición asumida por el Dalai Lama cuando afirma: «Si la ciencia demuestra fehacientemente la falsedad de alguna doctrina budista, ésta debe ser modificada en consecuencia.» ¿Habrá mayor apertura que poner a prueba la trascendencia? Siempre he visto a los budistas como científicos espirituales. ¿Es respetable la fe? Desde luego; si en su nombre no se violan los derechos humanos, si no es autoritaria, si no quiere imponerse a la fuerza, si no se asume a sí misma como poseedora de la verdad absoluta. En la buena fe la razón no muere, se mezcla con el corazón generando una decisión que implica a todo el ser.

Retomando a Hans Küng, la fe podría considerarse como una «decisión que no está probada por la razón, pero sí puede justificarse ante ella».

Vale la pena aclarar que la capacidad de dudar no significa convertirse en un ratón de biblioteca que busca con desesperación la excepción a la regla. Para hacer el amor y disfrutarlo plenamente no necesitamos el último estudio sobre los indicadores bioquímicos del orgasmo. Existe una duda retardataria: compulsiva, generalizada y relacionada con profundos sentimientos de inseguridad. Y existe una duda progresista asumida por la mente flexible: inspiradora, motivadora y poderosa, que bien calibrada hace a las personas más fuertes y seguras de sí mismas.

20. Peterson, C. y Seligman, M. (2004). Character, Strengths 
and Virtues. Nueva York: Oxford University Press.
21. Küng, H. (2005). ¿Existe Dios? Madrid: Trotta.
22. Pascal, B. (2001). Pensamientos. Madrid: Valdemar.

Extracto del libro:
El arte de ser flexible
Walter Riso