Para la gente inflexible es muy difícil alcanzar un estado de paz interior. Incluso, es prácticamente imposible estar cerca de una persona rígida, ya sea nuestra pareja o nuestro compañero o compañera de trabajo o de universidad, y no verse afectado negativamente por él o ella. Asimismo, podría pensarse que las mentes obstinadas deberían llevarse bien entre sí, pero no es verdad. Cuando dos individuos pétreos se relacionan, casi siempre hay un roce implícito o explícito, aunque estén del mismo lado. Tarde o temprano, hay una escaramuza por el poder decidir quién es el más «duro de matar» o quién es el más fiel a sus creencias. En versión cinematográfica: Allien vs. Predator.
- Alto nivel de estrés.
- Baja tolerancia a la frustración: toda mente rígida tiene pataletas.
- Angustia por no tener el control total de las cosas.
- Malas relaciones interpersonales: el autoritarismo y los prejuicios propios de la rigidez generan malestar, rechazo y violencia.
- Dificultades en la toma de decisiones: la persona rígida suele inmovilizarse cuando aparecen los imponderables.
- Déficit en la resolución de problemas: puesto que ven el mundo en una sola dimensión les cuesta generar alternativas de solución.
- Alteraciones laborales, sexuales, afectivas y demás, porque toda persona rígida busca un perfeccionismo inalcanzable.
- Miedo a cometer errores y miedo al cambio.
- Dificultades en su crecimiento personal
Extracto del libro:
El arte de ser flexible
Walter Riso