Para ser flexible
• Practica el descentramiento cada vez que puedas. Intenta cambiar la perspectiva y ponte en el lugar del otro. Conviértelo en una costumbre: ¿qué sentirá, qué pensará, cómo habrá llegado a esas conclusiones, cómo me percibirá el otro? Aceptar que uno no es el centro del universo es romper el orden mental de la rigidez. Flexibilidad es integración; rigidez es exclusión.
• ¿Eres consciente de tu propia insuficiencia o crees que te las sabes todas? Tienes que desinflar el ego para ser flexible, porque la humildad nace de la necesidad de saber y explorar el mundo. El «no sé» te impulsa; el «lo sé todo» paraliza tu pensamiento. Es mejor no sentirse Dios, pues es una carga muy pesada.
• Si eres capaz, y tienes suficiente valentía, trata de observar lo bueno y lo malo que hay en ti. No esperes a que otros te digan que te equivocaste de camino. No hay flexibilidad sin revisión a fondo, sin pasar el antivirus para mentes. ¿Ejecutar el análisis de todo el sistema? No lo dudes, aprieta la tecla de OK. Pon en marcha el programa de autocrítica. Al principio te sentirás incómodo, pero al cabo de un tiempo habrás creado la maravillosa costumbre de no dejar entrar el dogmatismo en tu vida.
Extracto del libro:
El arte de ser flexible
Walter Riso