martes, 18 de abril de 2017

SEGUNDA INFANCIA


Sabiduría 
Conocimiento
Inocencia 
Ignorancia

La sabiduría es una respuesta, una res­puesta fresca al momento; el conocimien­to es algo viejo, deteriorado, recolectado. No respondes al momento; traes el pasado, el re­cuerdo, a ti, y reaccionas a través de él. La sabiduría es una respuesta, y el conocimiento, una reacción. Tú ya tienes la respuesta; pero una respuesta preparada antes de que surja la pregunta no es sabiduría. Un niño es sabio por­que carece de conocimiento. Tiene que mirar a su alrededor, tiene que sentir, tiene que pensar, tiene que responder: no sabe.

Se dice (es un mito cristiano) que, cuando Je­sús llegó al mar, éste se transformó en vino ro­jo. Los teólogos cristianos han intentado expli­carlo: ¿cómo puede el mar transformarse en vi­no rojo? Han tenido muchas dificultades, se han confundido, y todavía no han encontrado res­puesta alguna. Pero un niño pequeño halló la respuesta, y ese niñito fue lord Byron, quien más tarde se hizo famoso como un gran poeta. Era un niño pequeño que iba a la escuela cuan­do se planteó la pregunta: ¿Por qué y cómo se transformó el mar en vino rojo cuando Jesús lle­gó hasta él? La respuesta estaba lista, preparada; ya había sido enseñada. Todos los otros niños empezaron a escribir sus respuestas; sólo lord Byron esperó con los ojos cerrados. La maestra se le acercó muchas veces, pero él estaba tan meditativo que creyó mejor no molestarlo: estaba pensando mucho.

¿Y en qué puede pensar un niño? Porque siempre se pien­sa en lo conocido. Si sabes, puedes pensar. Si no sabes, ¿qué puedes pensar? ¿Qué estaba haciendo? Únicamente es posi­ble pensar cuando sabes algo; entonces, puedes pensar. Pero, si no sabes, no sabes. El niño estaba sentado en silencio, pero se veía tan hermoso. Finalmente, escribió una sola ora­ción, y era la siguiente: "Al ver que el Señor ha llegado, al mar le dio vergüenza y se puso colorado." Cuando Jesús lle­gó ("... el Señor ha llegado..."), el mar, al ver que el Señor había llegado, se puso tímido, como una niña. Había llega­do el amado, y esa timidez se encontraba en la cara del mar. Sólo un chico puede responder de ese modo, porque no sa­be la respuesta. Pero esto es hermoso; todos los teólogos son, al lado de este niño, simplemente tontos. Él dijo lo co­rrecto; lo explicó todo.

Existe una cierta sabiduría cuando eres inocente. Pero la 'inocencia es ignorancia y, por supuesto, hay cierto grado de tontería cuando eres ignoran­te. Un niño es hermoso porque es las dos cosas: inocente, sabio en su inocencia, y tonto, tonto en su inocencia. Y un niño es la medida justa para ti. Recuerda que tendrás que acceder a una segunda in­fancia antes de poder ingresar al Reino de Dios.


Referencia:
El dios de todos (Osho)
Un camino espiritual para descubrir a Dios
Fotografía tomada de internet