Para salirse del molde y romper esquemas, el creativo también necesita un pensamiento divergente98 además de sentirse profundamente implicado en la tarea (lo que se denomina «experiencia óptima» o «fluir»99) y, quizá, tener una «chispa» de locura genial.
Mientras el pensamiento convergente busca establecer acuerdos basados en la razón, el pensamiento divergente lo que busca es jugar con las ideas y crear nuevos esquemas. Supone la capacidad de cambiar de perspectiva sin caer en el pánico y generar una buena cantidad de ideas e impresiones, siendo original y práctico a la hora de elegirlas y conectarlas. El pensamiento divergente funciona saltando de un extremo al otro, tratando de comprender los opuestos.
Uno de mis pacientes era exageradamente perfeccionista y ordenado en su vida diaria. Cualquier cosa que no estaba en su sitio le producía malestar e irritabilidad. Debido al estrés que le generaba el desorden, le sugerí que viviera como una persona desordenada deliberadamente para que sintiera la ansiedad y que, además, tratara de descubrir, a partir de esa experiencia extrema, posibles soluciones para la vida diaria (son las técnicas que se conocen con el nombre de la intención paradójica y el rol fijo). La idea era que esa vivencia le permitiera observar las ventajas y desventajas del estilo obsesivo. Aunque al principio le fue muy difícil, al cabo de la primera semana la «alteración del hábitat» se hizo más soportable. En términos más concretos, le sugerí lo siguiente: «A partir de esta experiencia, trate de buscar alternativas creativas que sean beneficiosas para usted y su familia. Intente elaborar acuerdos sobre el “orden” que no sean nocivos para nadie.» Después de estar hundido casi un mes en el desorden, el hombre propuso, en una extensa y polémica asamblea hogareña en la que intervinieron hijos, esposa, empleada doméstica y psicólogo, una serie de soluciones, muchas de las cuales fueron aceptadas por el grupo. Por ejemplo: que en determinados lugares «muy personales» solamente él se haría cargo de la limpieza; que algunos objetos decorativos de la casa sí podrían moverse de sitio o de posición (un sistema «decorativo rotatorio»); que cuando algún tipo de desorden le molestara, en vez de ir con la típica regañina, dejaría plasmada su queja por escrito en una pizarra ubicada en la biblioteca, y en la que se podía leer: «Quejas justas de un hombre obsesivo»; que su hija revisara una vez por semana la limpieza general de la casa de acuerdo al criterio de ella (antes, él pasaba revista cuatro o cinco veces al día) y, por último, que el hijo fuera el encargado de controlar la gasolina del automóvil.
En fin, la experiencia de estar inmerso en un mundo anárquico y desarreglado (ubicarse realmente en el extremo que le preocupaba) y utilizar un pensamiento divergente (revisar exhaustivamente qué significaba en realidad aquello que tanto temía) logró despertar en mi paciente un número considerable de buenas ideas, que a la larga redundaron, junto con otros elementos de la terapia, en una mejor calidad de vida. El pensamiento creativo no sólo es para las grandes empresas o para algunos departamentos de publicidad y de marketing. Podemos generar infinidad de opciones y alternativas de vida, si nos salimos de lo convencional y dejamos que aparezcan ideas locas.
Si retomamos las tres mentes descritas al comienzo del libro con relación al tema de la creatividad, podríamos señalar lo siguiente:
- Las mentes líquidas tienen una creatividad muy pobre debido a que les falta el entusiasmo y la pasión de quien ama lo que hace: no hay compromiso.
- Las mentes rígidas están atadas a un extremo y desconocen o rechazan el otro extremo; por lo tanto, se mueven en un solo esquema. Lo único que pueden lograr son variaciones sobre el mismo tema: la repetición de una perspectiva y muy pocos o ningún cambio profundo.
- Las mentes flexibles utilizan dos pensamientos simultáneos: el pensamiento divergente, para producir soluciones no convenidas o más audaces, y el pensamiento convergente, para mantener los pies en la tierra y refrendar mediante la lógica o la evidencia sus descubrimientos. El análisis lógico no conduce a crear nada, pero sí a verificar si estás muy lejos de la verdad. Razón, inspiración, sudor, locura y pensamiento complejo: la ecuación básica de la creatividad.
98. Csikszentmihalyi, M (1998b). Creatividad. Barcelona:
Paidós.
99. Csikszentmihalyi, M. (1998a). Experiencia óptima.
Estudios psicológicos del flujo en la conciencia.
Bilbao: DDB.
Extracto del libro:
El arte de ser flexible
Walter Riso
Fotografía tomada de internet