lunes, 25 de diciembre de 2017

SER COMÚN Y CORRIENTE


Ser común y corriente es lo más extraordinario del mundo porque todo el mundo quiere ser extraordinario. Nadie quiere ser común y corriente. Ser común y corriente es lo más extraordinario. Pocas veces ocurre que alguien se relaje y se vuelva común y corriente. Si se les pregunta a los maestros Zen: 'Ustedes qué hacen?', te dicen: Recogemos leña en el bosque, cargamos agua del pozo. Comemos cuando tenemos hambre, bebemos cuando tenemos sed, dormimos cuando estamos cansados. Es todo. 

No parece nada muy atractivo, recoger leña, cargar agua, dormir, meditar, comer. Dirás: 'Son cosas comunes y corrientes. Todo el mundo las hace'. Pero no son cosas comunes y corrientes y nadie las hace. Cuando estás recogiendo leña, menosprecias esa actividad. Quisieras ser presidente de algún país. No deseas ser leñador. Menosprecias el presente a cambio de algún futuro imaginario. 

Cuando cargas agua del pozo, tienes la impresión de estar malgastando tu vida. Te irrita. No estás hecho para cosas tan ordinarias. Estabas destinado a conducir al mundo entero hacia una paraíso, una utopía. 

Son ficciones del ego. Son el resultado de estados de conciencia. Al ser común y corriente, de repente lo que has llamado trivial deja se ser trivial, lo que has llamado profano deja de profano. Todo se vuelve sagrado. El acto de recoger leña se vuelve sagrado. Cargar agua del pozo se convierte en un acto sagrado. 

Cuando cada acto se vuelve sagrado, cuando cada acto se convierte en una meditación, en una oración, sólo entonces logras penetrar la profundidad de la vida, y sólo entonces la vida te revela todos sus misterios. En ese momento te vuelves hábil, te vuelves receptivo. Entre más receptivo seas, más disponible está la vida para ti. Es ésta la esencia de mi enseñanza: ser común y corriente... tan común y corriente que desaparezca todo deseo de ser extraordinario. 


FUENTE: OSHO: El Hombre que Amaba las Gaviotas y Otros Relatos‘, Grupo Editorial Norma, Bogotá, 2003, ISBN 958-04-7279-3, Pag. 44