¿Podemos convertir una relación adictiva en una verdadera?
Sí. Estando presentes e intensificando la presencia al prestar atención más profundamente al Ahora: sea que usted viva solo o con una pareja, esa sigue siendo la clave. Para que el amor florezca, la luz de su presencia debe ser lo suficientemente fuerte para que no vuelva a ser dominado por el pensador o el cuerpo del dolor y los confunda con quien es usted. Conocerse a sí mismo como el Ser que hay bajo el pensador, la quietud que hay bajo el ruido mental, el amor y la alegría que hay bajo el dolor, es libertad, salvación, iluminación. Dejar de identificarse con el cuerpo del dolor es traer presencia al dolor y así transmutarlo. Dejar de identificarse con el pensamiento es ser el observador silencioso de sus pensamientos y su conducta, especialmente los patrones repetitivos de su mente y los roles representados por el ego.
Si usted deja de darle "identidad", la mente pierde su calidad compulsiva, que básicamente es el impulso de juzgar y así resistirse a lo que es, que crea conflicto, drama y dolor nuevo. De hecho, en el momento en el que el juicio se detiene por la aceptación de lo que es, usted está libre de la mente. Usted ha dejado sitio para el amor, para la alegría, para la paz. Primero usted deja de juzgarse a sí mismo: después deja de juzgar a su pareja. El mayor catalizador para el cambio en una relación es la aceptación completa de su pareja como es, sin necesidad de juzgar o de cambiarla de ninguna manera. Esto lo lleva a usted inmediatamente más allá del ego. Todos los juegos de la mente y todo apego adictivo se acaban entonces. No hay más víctimas ni victimarios, ni acusadores y acusados. Este es también el final de toda dependencia mutua, de ser arrastrado a los patrones inconscientes de otro y por lo tanto hacer posible que continúen. Ustedes entonces, o bien se separarán -en el amor- o entrarán juntos más profundamente en el Ahora, en el Ser. ¿Puede ser tan simple? Sí, es así de simple.
El amor es un estado del Ser. Su amor no está afuera: está profundamente dentro de usted. Usted nunca puede perderlo y él no puede dejarlo. No depende de otro cuerpo, de otra forma externa. En la quietud de su presencia usted puede sentir su propia realidad sin forma y sin tiempo como la vida no manifestada que anima su forma física. Usted puede entonces sentir la misma vida en lo profundo de todos los demás seres humanos y de todas las criaturas. Usted mira más allá del velo de la forma y la separación. Esa es la realización de la unidad. Ese es el amor.
¿Qué es Dios? La Vida Una eterna bajo todas las formas de la vida. ¿Qué es el amor? Sentir la presencia de esta Vida Una en lo profundo de sí mismo y de todas las criaturas. Ser eso. Por lo tanto, todo amor es el amor de Dios.
Del libro:
El Poder del Ahora
Eckhart Tolle
Imagen tomada del internet