miércoles, 31 de enero de 2018

EL AMOR COMO ADICCIÓN


El corazón enamorado permanece suave y sensible. Pero cuando usted está empeñado en conseguir esto o lo otro, se vuelve despiadado, duro e insensible. ¿Cómo puede amar a las personas cuando las necesita? Solamente puede utilizarlas. Si yo lo necesito a usted para que me haga feliz, tengo que utilizarlo, tengo que manipularlo, tengo que buscar la manera de ganármelo. No puedo dejarlo ser libre. Solamente puedo amar a las personas cuando he liberado mi vida de las personas. Cuando muero a la necesidad de las personas, entonces estoy en el desierto. Al principio se siente horrible, se siente solitario, pero si puede soportarlo por un tiempo, de pronto descubrirá que no está en absoluto solo. Está con la soledad, con el aislamiento, y el desierto comienza a florecer. Entonces por fin sabrá qué es el amor, qué es Dios, qué es la realidad. Pero, al principio renunciar a la droga puede ser muy duro, a menos que usted comprenda muy bien o haya sufrido lo suficiente. Haber sufrido es una gran cosa. Sólo entonces puede cansarse de todo. El sufrimiento debe usarse para acabar con el sufrimiento. La mayoría de las personas sencillamente siguen sufriendo. Esto explica el conflicto que tengo a veces entre director espiritual y el de terapeuta. Un terapeuta dice: "Aliviemos el sufrimiento". El director espiritual dice: "Dejémosla sufrir; se cansará de esa manera de relacionarse con la gente, y, finalmente decidirá escapar de esta prisión de dependencia emocional de otros". ¿Ofreceré un alivio o extirparé el cáncer? no es fácil decidir.

Una persona arroja airadamente un libro sobre la mesa. Déjela que siga arrojándolo sobre la mesa. No le recoja el libro y no le diga que todo está bien. La espiritualidad es consciencia, consciencia, consciencia, consciencia, consciencia, consciencia. Cuando su madre se disgustaba con usted, no decía que algo le pasaba a ella, decía que algo le pasaba a usted; de otra manera no se habría disgustado. Pues bien, hice el gran descubrimiento de que si tú estabas disgustada, mamá, algo te pasa a ti. De manera que es mejor que controles tu ira. Es tuya, no mía. Si a mi me pasa o no me pasa algo, lo analizaré independientemente de tu ira. No me voy a dejar influenciar por tu ira.

Lo curioso de esto es que cuando yo puedo hacer esto sin sentimientos negativos hacia otro, también puedo ser muy objetivo respecto a mí mismo. Solamente una persona muy consciente puede negarse a recoger la culpa y la ira del otro, y decir: "Tienes una pataleta. Lo siento. Ya no tengo el menor deseo de rescatarte, y me niego a sentirme culpable". Yo no voy a odiarme por algo que hice. Eso es lo que se llama culpa. No voy a alimentar un sentimiento negativo y a castigarme por algo que haya hecho, correcto o incorrecto, estoy dispuesto a analizarlo y a observarlo y a decir: "Bien, si hice algo malo, fue inconscientemente". Nadie hace el mal conscientemente, por esa razón los teólogos nos dicen muy bellamente que Jesús no podía hacer el mal. Eso me parece muy lógico, porque la persona consciente no puede hacer el mal. La persona consciente es libre. Jesús era libre y porque era libre, no podía hacer nada malo. Pero como usted si puede hacer el mal, usted no es libre.


Extracto del libro:
Despierta (charlas sobre la espiritualidad)
Anthony de Mello
Fotografía tomada de internet