viernes, 5 de enero de 2018

GÉNESIS, 2







Andrea Díaz iba trotando, montaña abajo, por la costa del Pacífico, cuando de pronto se le descolocaron las rodillas y cayó redonda al suelo. 





En andas fue llevada hasta el pueblo de Quepos. La llevó un vecino que tenía músculos hasta en las uñas y ni se enteró del esfuerzo. Después, el tarzán trepó como ardilla por el tronco de un cocotero y a machetazos partió los cocos: 





—Tómese esto —mandó. 





Y explicó que no hay mejor remedio que el agua de coco para que vuelvan a su sitio los huesos que se han corrido de lugar: 





—Esto bebían Adán y Eva, en el tiempo que no había enfermedades. Las enfermedades son de después. 





Andrea obedeció, pero no pudo callarse la boca: 





—¿Y usted cómo sabe? 





El hombre la miró con pena: 





—Pero mi niña, cualquiera sabe. ¿No ve que en el Paraíso no había agua corriente?









Tomado de:


Cuentos de Galeano en la Jornada
Eduardo Galeano
Fotografía de internet