Andrea Díaz iba trotando, montaña abajo, por la costa del Pacífico, cuando de pronto se le descolocaron las rodillas y cayó redonda al suelo.
En andas fue llevada hasta el pueblo de Quepos. La llevó un vecino que tenía músculos hasta en las uñas y ni se enteró del esfuerzo. Después, el tarzán trepó como ardilla por el tronco de un cocotero y a machetazos partió los cocos:
—Tómese esto —mandó.
Y explicó que no hay mejor remedio que el agua de coco para que vuelvan a su sitio los huesos que se han corrido de lugar:
—Esto bebían Adán y Eva, en el tiempo que no había enfermedades. Las enfermedades son de después.
Andrea obedeció, pero no pudo callarse la boca:
—¿Y usted cómo sabe?
El hombre la miró con pena:
Tomado de:
Cuentos de Galeano en la Jornada
Eduardo Galeano
Fotografía de internet
Eduardo Galeano
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