A lomo de mula, a lomo de moto, a lomo de nada, Federico Ocaranza recorre los caseríos perdidos en las montañas del norte argentino. El anda curando bocas en esas soledades, en esas pobredades: la llegada del dentista, el enemigo del dolor, es una buena noticia para los pastores de llamas y los labradores de tierras heladas, y allá las buenas noticias son pocas, como poco es todo.
Federico me contó que los niños jamás se cansan jugando al futbol en la altura, y se pasan el día persiguiendo una pelota de trapo entre las nubes. Pero me dijo que no es el futbol lo que más les divierte. Mucho más disfrutan haciéndose los muertos. Los niños se acuestan en el suelo de piedra, con los brazos en cruz, y se burlan de los cóndores. Cuando los cóndores, que vuelan en círculos, se lanzan al ataque, ellos pegan el brinco.
Tomado de:
Cuentos de Galeano en la Jornada
Eduardo Galeano
Fotografía de internet