domingo, 30 de septiembre de 2018
sábado, 29 de septiembre de 2018
LA CÁRCEL
En 1984, enviado por alguna organización de derechos humanos, Luis Niño atravesó las galerías de la cárcel de Lurigancho, en Lima. Luis se abrió paso a duras penas y se hundió en el sopor, en el dolor, en el horror. En aquella soledad llena de gente, todos los hombres estaban condenados a tristeza perpetua. Los presos, desnudos, amontonados unos sobre otros, balbuceaban delirios y humeaban fiebres y esperaban nada.
Después, Luis quiso hablar con el director de la cárcel. El director no estaba. Lo recibió el jefe de los servicios médicos. Luis dijo que había visto muchos presos en agonía, vomitando sangre o comidos por las llagas, y no había visto ningún médico. El jefe explicó:
—Los médicos sólo entramos en acción cuando nos llama el enfermero.
—¿Y dónde está el enfermero?
Tomado de:
Cuentos de Galeano en la Jornada
Eduardo Galeano
Fotografía de internet
LA CÁRCEL
En 1984, enviado por alguna organización de derechos humanos, Luis Niño atravesó las galerías de la cárcel de Lurigancho, en Lima. Luis se abrió paso a duras penas y se hundió en el sopor, en el dolor, en el horror. En aquella soledad llena de gente, todos los hombres estaban condenados a tristeza perpetua. Los presos, desnudos, amontonados unos sobre otros, balbuceaban delirios y humeaban fiebres y esperaban nada.
Después, Luis quiso hablar con el director de la cárcel. El director no estaba. Lo recibió el jefe de los servicios médicos. Luis dijo que había visto muchos presos en agonía, vomitando sangre o comidos por las llagas, y no había visto ningún médico. El jefe explicó:
—Los médicos sólo entramos en acción cuando nos llama el enfermero.
—¿Y dónde está el enfermero?
Tomado de:
Cuentos de Galeano en la Jornada
Eduardo Galeano
Fotografía de internet
Eduardo Galeano
Fotografía de internet
jueves, 27 de septiembre de 2018
EL RECLUSO
Un recluso iba a ser trasladado de una a otra prisión y para ello debía atravesar toda la ciudad. Le colocaron sobre la cabeza un cuenco lleno de aceite hasta el borde y le dijeron:
--Un verdugo, con una afilada espada, caminará detrás de ti. En el mismo momento en que derrames una gota de aceite, te rebanará la cabeza.
Se sacó al recluso de la celda y se le colocó un cuenco sobre la cabeza.
Comenzó a caminar con mucho cuidado, en tanto el verdugo iba detrás de él.
Había llegado a pleno centro de la ciudad, cuando, de súbito, también llegaron al mismo lugar un grupo de hermosísimas bailarinas. La pregunta es: ¿Logró el recluso no ladear la cabeza para mirar a las bailarinas y así mantenerla a salvo, o, por el contrario, negligentemente, miró a las bailarinas y la perdió?
***
Tomado del libro:
101 Cuentos clásicos de la India
Recopilación de Ramiro Calle
Fotografía de Internet
EL RECLUSO
Un recluso iba a ser trasladado de una a otra prisión y para ello debía atravesar toda la ciudad. Le colocaron sobre la cabeza un cuenco lleno de aceite hasta el borde y le dijeron:
--Un verdugo, con una afilada espada, caminará detrás de ti. En el mismo momento en que derrames una gota de aceite, te rebanará la cabeza.
Se sacó al recluso de la celda y se le colocó un cuenco sobre la cabeza.
Comenzó a caminar con mucho cuidado, en tanto el verdugo iba detrás de él.
Había llegado a pleno centro de la ciudad, cuando, de súbito, también llegaron al mismo lugar un grupo de hermosísimas bailarinas. La pregunta es: ¿Logró el recluso no ladear la cabeza para mirar a las bailarinas y así mantenerla a salvo, o, por el contrario, negligentemente, miró a las bailarinas y la perdió?
***
Tomado del libro:
101 Cuentos clásicos de la India
Recopilación de Ramiro CalleFotografía de Internet
miércoles, 26 de septiembre de 2018
EL PASTOR DISTRAÍDO
Al atardecer, un pastor se disponía a conducir el rebaño al establo. Entonces contó sus ovejas y, muy alarmado, se dio cuenta de que faltaba una de ellas. Angustiado, comenzó a buscarla durante horas, hasta que se hizo muy avanzada la noche. No podía hallarla y empezó a llorar desesperado. Entonces, un hombre que salía de la taberna y que pasó junto a él, le miró y le dijo:
--Oye, ¿por qué llevas una oveja sobre los hombros?
***
El Maestro dice: No seas como el pastor negligente, que por no haber aprendido a discernir, buscas donde no debes hacerlo y así todas tus tentativas son insatisfactorias.
Tomado del libro:
101 Cuentos clásicos de la India
Recopilación de Ramiro Calle
Fotografía de Internet
EL PASTOR DISTRAÍDO
Al atardecer, un pastor se disponía a conducir el rebaño al establo. Entonces contó sus ovejas y, muy alarmado, se dio cuenta de que faltaba una de ellas. Angustiado, comenzó a buscarla durante horas, hasta que se hizo muy avanzada la noche. No podía hallarla y empezó a llorar desesperado. Entonces, un hombre que salía de la taberna y que pasó junto a él, le miró y le dijo:
--Oye, ¿por qué llevas una oveja sobre los hombros?
***
El Maestro dice: No seas como el pastor negligente, que por no haber aprendido a discernir, buscas donde no debes hacerlo y así todas tus tentativas son insatisfactorias.
Tomado del libro:
101 Cuentos clásicos de la India
Recopilación de Ramiro CalleFotografía de Internet
martes, 25 de septiembre de 2018
lunes, 24 de septiembre de 2018
GATÁ
GATÁ
Por un rayo de luz
pueden pasar
ejércitos y culturas.
También regresar.
Es una gran suerte no estar atado por relaciones
valiosas con personas, objetos, títulos, costumbres...
Prescindir de ellas es muy doloroso pero la vida real
es así ; todo cambia y desaparece. Unos pueden soportarlo
pero la mayoría sufre mucho.
Practicar el Desapego, no
significa que
todo pierda ese valor sino que la perdida se asuma.
Experimentar en la mente el desalojo de toda clase de
previsiones, esperanzas o salvaciones.... es Practicar
el Desapego.
Explican igual mis verdades que mis mentiras
Del documento:
Mapas de la mente: La meditación zen
(Colección Daidoji)
Fotografía tomada de internet
GATÁ
GATÁ
Por un rayo de luz
pueden pasar
ejércitos y culturas.
También regresar.
Es una gran suerte no estar atado por relaciones
valiosas con personas, objetos, títulos, costumbres...
Prescindir de ellas es muy doloroso pero la vida real
es así ; todo cambia y desaparece. Unos pueden soportarlo
pero la mayoría sufre mucho.
Practicar el Desapego, no
significa que
todo pierda ese valor sino que la perdida se asuma.
Experimentar en la mente el desalojo de toda clase de
previsiones, esperanzas o salvaciones.... es Practicar
el Desapego.
Explican igual mis verdades que mis mentiras
Del documento:
Mapas de la mente: La meditación zen
(Colección Daidoji)
Fotografía tomada de internet
domingo, 23 de septiembre de 2018
UTILIZAR-POSEER
Si eres feliz a costa de la felicidad de otro... Y así es como puedes ser feliz; no hay otra manera. Si conoces a una mujer hermosa y consigues poseerla, se la habrás arrebatado a otro. Intentamos que las cosas parezcan lo más bonitas posible, pero eso es sólo en la superficie. Los que han perdido en el juego se enfadarán, se pondrán furiosos. Esperarán una oportunidad para vengarse, y esa oportunidad se les presentará tarde o temprano.
Lo que posees en este mundo lo posees a costa de alguien, a costa del placer de otro. No hay otra manera. Si de verdad no deseas enemistarte con nadie en el mundo, debes abandonar la idea de la posesión. Utiliza lo que tengas a tu lado en el momento, pero no seas posesivo. No intentes reclamarlo como tuyo. No hay nada que sea tuyo; todo pertenece a la existencia.
Bibliografía:
Alegría: Osho
Fotografía tomada de internet
UTILIZAR-POSEER
Si eres feliz a costa de la felicidad de otro... Y así es como puedes ser feliz; no hay otra manera. Si conoces a una mujer hermosa y consigues poseerla, se la habrás arrebatado a otro. Intentamos que las cosas parezcan lo más bonitas posible, pero eso es sólo en la superficie. Los que han perdido en el juego se enfadarán, se pondrán furiosos. Esperarán una oportunidad para vengarse, y esa oportunidad se les presentará tarde o temprano.
Lo que posees en este mundo lo posees a costa de alguien, a costa del placer de otro. No hay otra manera. Si de verdad no deseas enemistarte con nadie en el mundo, debes abandonar la idea de la posesión. Utiliza lo que tengas a tu lado en el momento, pero no seas posesivo. No intentes reclamarlo como tuyo. No hay nada que sea tuyo; todo pertenece a la existencia.
Bibliografía:
Alegría: Osho
Fotografía tomada de internet
sábado, 22 de septiembre de 2018
CAMINARES
Pedro Saad caminó sobre las aguas. En el centro de Rusia, una tarde de mucho frío, Pedro caminó por encima del río Volga, que en el invierno había congelado. Pedro estaba solo, pero mientras caminaba iba sintiendo, en las plantas de los pies, la vibración del río que estaba vivo bajo el hielo.
Hacía ya unos cuantos años, al otro lado del mundo y del tiempo. Pedro había caminado por alguna calle de Guayaquil, una tarde de mucho calor. Pedro estaba solo, pero mientras caminaba iba sintiendo, en las platas de los pies, el latido de la tierra que estaba viva bajo el asfalto.
Tomado de:
Cuentos de Galeano en la Jornada
Eduardo Galeano
Fotografía de internet
CAMINARES
Pedro Saad caminó sobre las aguas. En el centro de Rusia, una tarde de mucho frío, Pedro caminó por encima del río Volga, que en el invierno había congelado. Pedro estaba solo, pero mientras caminaba iba sintiendo, en las plantas de los pies, la vibración del río que estaba vivo bajo el hielo.
Hacía ya unos cuantos años, al otro lado del mundo y del tiempo. Pedro había caminado por alguna calle de Guayaquil, una tarde de mucho calor. Pedro estaba solo, pero mientras caminaba iba sintiendo, en las platas de los pies, el latido de la tierra que estaba viva bajo el asfalto.
Tomado de:
Cuentos de Galeano en la Jornada
Eduardo Galeano
Fotografía de internet
Eduardo Galeano
Fotografía de internet
viernes, 21 de septiembre de 2018
MIEDO A ESTAR AFECTIVAMENTE SOLO (PARTE II)
A. R., paciente de 30 años, casado desde hacía cinco y con dos pequeños hijos, proporcionaba la siguiente descripción de su mujer: "Es muy fea... Además su olor me parece empalagoso... Es mandona y ejerce sobre mí un poder impresionante... Es ocho años mayor que yo y la diferencia se nota mucho... Debo reconocer que me da seguridad y sabe tranquilizarme cuando estoy nervioso... En realidad, vivo estresado... Le he dicho que adelgace, que se ponga minifalda y que me seduzca, pero no es capaz... Cuando ella me busca sexualmente para mí es un verdadero suplicio... No permito que se me acerque mucho o que me toque... No sé, me incomoda sentir su piel... Ella es buena mujer y me quiere... Pero no estamos sintonizados en los gustos… Vivo aburrido... No sé qué hacer...".
A. R. había decidido pedir ayuda profesional porque se sentía atrapado en un dilema. Desde hacía un año y medio sostenía relaciones extramatrimoniales con una joven de 23 años, soltera y dispuesta, de la cual se expresaba así: "Me encanta... Es fresca y sexy... Su olor me fascina, es amable y comprensiva...
Cuando estoy con ella me siento un verdadero hombre porque me hago cargo de las situaciones... He llegado a tener hasta cinco orgasmos seguidos... Me gusta cómo se viste y su risa... Sus dientes son blancos y parejos... Es muy cariñosa... Es como mi alma gemela...". Cuando le pregunté por qué se había casado y había tenido hijos, no pudo darme una respuesta clara: "No sé... Creo que ella me convenció... Me dijo que si no nos casábamos se alejaría de mi vida... Lo hice como por obligación... Quise tener una familia, pero me equivoqué de mujer...".
Pasamos varias semanas hablando sobre la posibilidad de la separación, hasta que un buen día, como era previsible, el romance fue descubierto. Su mujer reaccionó como lo hacen las esposas valientes e independientes. Le mandó un escueto mensaje: "Te puse la ropa en la puerta, puedes venir por ella cuando quieras". Contra todo pronóstico, A. R. rogó, llora, suplicó y resuplicó que lo volvieran a recibir, pero nada conmovió a la ofendida señora. Hoy, después de cuatro meses, vive solo en un pequeño apartamento y todavía no sabe qué hacer. Aunque su calidad como padre ha mejorado y no siente tanto la ausencia de sus hijos, ya que los ve más que antes, sigue saliendo con su "alma gemela" y, en ocasiones, bajo los efectos del alcohol, golpea infructuosamente las puertas de su "ex mujer" para que lo vuelva a recibir. El dilema sigue vivo: la amante vs la madre adoptiva... Difícil elección.
En el 85`%, de los casos de separación tratados por mí durante veinte años de ejercicio profesional, la voz cantante la ha llevado la mujer. Lo mismo ocurre en los países ricos: el 90% de los divorcios es solicitado por mujeres. Si la solvencia económica se los permite, ellas son, definitivamente, más decididas que nosotros. Para la mujer, el desamor puede llegar a justificar cualquier adiós. He visto relaciones absolutamente machistas y despóticas eliminarse en un segundo cuando la mujer, tranquila y amablemente, le dice al hombre que ya no lo quiere y que desea separarse: "Creo que viviría mejor sola con mis hijos", "Quiero ser libre", "Me cansé de dar", "Quiero encontrarme a mí misma". Como el personaje de la película Alice, protagonizada por Mia Farrow, muchas señoras simplemente se cansan del papel de la esposa convencional, e inician una revolución sigilosa que suele timar por sorpresa al varón. En estas situaciones, el típico macho dominante sufre una revolución al regazo materno y a las formas más arcaicas de miedo y sumisión. La caída del héroe. Es definitivo: los hombres tenemos el control afectivo, hasta que las mujeres quieran que lo tengamos.
Es indudable que una de las causas de la dificultad masculina para encarar su soledad afectiva está en el patrón egocéntrico-narcisista, con el cual se educa tradicionalmente al varón.
Pese a que los padres hombres colaboran bastante para transmitir este legado absurdo y sexista, no cabe duda de que la batuta está en manos femeninas: "la reina manda en palacio".
Muchas sociedades, que en apariencia se muestran patriarcales, esconden una organización familiar claramente matriarcal-maternal, donde el poder psicológico reside en las matronas y el económico en el varón. Más allá de cualquier consideración sociológica, el dictamen es casi que lapidario: al hombre lo cría la mujer. Las madres Amamantan, cuidan, acarician, alimentan, abrazan, defienden, regañan, se preocupan, moldean y aman profundamente a sus hijos varones. Como un enorme "Dolex", lo femenino está presente durante toda la vida afectiva masculina creando dependencia, adicción y seguridad. Como decía sarcásticamente Virginia Woolf "Las mujeres han servido todos estos siglos como espejos que poseen el mágico y delicioso poder de reflejar la figura del hombre al doble de su tamaño natural".
No pretendo negar la sana importancia del cuidado femenino, sino ciertos valores erróneos que se transmiten durante la crianza, y que son aplaudidos e instigados por el padre ausente. Las "supermamás" no sólo generan en sus hijos hombres un apego a la mujer-niñera, sino un estilo afectivo supremamente egoísta y ególatra. Al tratar de hacer lo correcto se equivocan. Creo que la recriminación femenina a los maridos más escuchada en los hogares, debe ser: "Sólo piensas en ti"o "No sabes compartir". Y es cierto. El varón aprende a ser mejor receptor que dador. Somos excelentes receptores de afecto, pero no tan buenos a la hora de dispensarlo. No estoy diciendo que no sepamos dar amor, sino que preferimos recibir.
Hemos internalizado equivocadamente la idea de que es más importante sentirse satisfecho que satisfacer, y esta forma unidireccional de vivir el amor nos ha hecho perder el placer de la entrega como forma de vida: la suerte de tener a quién querer. La fortuna de poder depositar el amor en alguien puede llegar a ser muchísimo más impactante que la dicha de recibirlo. Una paciente me decía: "Necesito a quién celar", y con eso lo había dicho todo. Hacer afectivamente feliz a alguien es otra manera de compartir. Pero los varones no hemos entendido esto: soportamos mejor el no tener a quién amar, que el no ser amados. Es decir, no sabemos prescindir de la dosis de cuidado, protección y preocupación con la que nos amamantaron nuestras madres. La idea de un hombre impermeable, ermitaño, hosco y afectivamente autosuficiente, es más la excepción que la regla.
Necesitamos que se hagan cargo de nosotros, ésa es la verdad.
Los hombres, como veremos más adelante, tendremos que asumir un papel más activo, colaborador y crítico en la educación de nuestros hijos, si queremos evitar que este esquema de abandono e incapacidad siga propagándose de generación en generación. Ni el destierro del padre, ajeno y distante, ni la sobreprotección femenina, intensa y asfixiante. No queremos concesiones ni privilegios educativos que el día de mañana nos incapaciten para hacernos cargo de nosotros mismos.
Desde este punto de vista, sería paradójico que las famosas geishas, blanco de las más duras críticas feministas, resultaran ser un buen ejemplo para que los hombres narcisistas "merecedores" aprendieran el arte de complacer. Después de todo, a más de una mujer le gustaría que su marido se convirtiera, así sea de vez en cuando, en un mimoso y adorable geisho.
Extracto tomado del libro:
Intimidades masculinas
Walter Riso
Imágenes tomadas de internet
MIEDO A ESTAR AFECTIVAMENTE SOLO (PARTE II)
A. R., paciente de 30 años, casado desde hacía cinco y con dos pequeños hijos, proporcionaba la siguiente descripción de su mujer: "Es muy fea... Además su olor me parece empalagoso... Es mandona y ejerce sobre mí un poder impresionante... Es ocho años mayor que yo y la diferencia se nota mucho... Debo reconocer que me da seguridad y sabe tranquilizarme cuando estoy nervioso... En realidad, vivo estresado... Le he dicho que adelgace, que se ponga minifalda y que me seduzca, pero no es capaz... Cuando ella me busca sexualmente para mí es un verdadero suplicio... No permito que se me acerque mucho o que me toque... No sé, me incomoda sentir su piel... Ella es buena mujer y me quiere... Pero no estamos sintonizados en los gustos… Vivo aburrido... No sé qué hacer...".
A. R. había decidido pedir ayuda profesional porque se sentía atrapado en un dilema. Desde hacía un año y medio sostenía relaciones extramatrimoniales con una joven de 23 años, soltera y dispuesta, de la cual se expresaba así: "Me encanta... Es fresca y sexy... Su olor me fascina, es amable y comprensiva...
Cuando estoy con ella me siento un verdadero hombre porque me hago cargo de las situaciones... He llegado a tener hasta cinco orgasmos seguidos... Me gusta cómo se viste y su risa... Sus dientes son blancos y parejos... Es muy cariñosa... Es como mi alma gemela...". Cuando le pregunté por qué se había casado y había tenido hijos, no pudo darme una respuesta clara: "No sé... Creo que ella me convenció... Me dijo que si no nos casábamos se alejaría de mi vida... Lo hice como por obligación... Quise tener una familia, pero me equivoqué de mujer...".
Pasamos varias semanas hablando sobre la posibilidad de la separación, hasta que un buen día, como era previsible, el romance fue descubierto. Su mujer reaccionó como lo hacen las esposas valientes e independientes. Le mandó un escueto mensaje: "Te puse la ropa en la puerta, puedes venir por ella cuando quieras". Contra todo pronóstico, A. R. rogó, llora, suplicó y resuplicó que lo volvieran a recibir, pero nada conmovió a la ofendida señora. Hoy, después de cuatro meses, vive solo en un pequeño apartamento y todavía no sabe qué hacer. Aunque su calidad como padre ha mejorado y no siente tanto la ausencia de sus hijos, ya que los ve más que antes, sigue saliendo con su "alma gemela" y, en ocasiones, bajo los efectos del alcohol, golpea infructuosamente las puertas de su "ex mujer" para que lo vuelva a recibir. El dilema sigue vivo: la amante vs la madre adoptiva... Difícil elección.
En el 85`%, de los casos de separación tratados por mí durante veinte años de ejercicio profesional, la voz cantante la ha llevado la mujer. Lo mismo ocurre en los países ricos: el 90% de los divorcios es solicitado por mujeres. Si la solvencia económica se los permite, ellas son, definitivamente, más decididas que nosotros. Para la mujer, el desamor puede llegar a justificar cualquier adiós. He visto relaciones absolutamente machistas y despóticas eliminarse en un segundo cuando la mujer, tranquila y amablemente, le dice al hombre que ya no lo quiere y que desea separarse: "Creo que viviría mejor sola con mis hijos", "Quiero ser libre", "Me cansé de dar", "Quiero encontrarme a mí misma". Como el personaje de la película Alice, protagonizada por Mia Farrow, muchas señoras simplemente se cansan del papel de la esposa convencional, e inician una revolución sigilosa que suele timar por sorpresa al varón. En estas situaciones, el típico macho dominante sufre una revolución al regazo materno y a las formas más arcaicas de miedo y sumisión. La caída del héroe. Es definitivo: los hombres tenemos el control afectivo, hasta que las mujeres quieran que lo tengamos.
Es indudable que una de las causas de la dificultad masculina para encarar su soledad afectiva está en el patrón egocéntrico-narcisista, con el cual se educa tradicionalmente al varón. Pese a que los padres hombres colaboran bastante para transmitir este legado absurdo y sexista, no cabe duda de que la batuta está en manos femeninas: "la reina manda en palacio".
Muchas sociedades, que en apariencia se muestran patriarcales, esconden una organización familiar claramente matriarcal-maternal, donde el poder psicológico reside en las matronas y el económico en el varón. Más allá de cualquier consideración sociológica, el dictamen es casi que lapidario: al hombre lo cría la mujer. Las madres Amamantan, cuidan, acarician, alimentan, abrazan, defienden, regañan, se preocupan, moldean y aman profundamente a sus hijos varones. Como un enorme "Dolex", lo femenino está presente durante toda la vida afectiva masculina creando dependencia, adicción y seguridad. Como decía sarcásticamente Virginia Woolf "Las mujeres han servido todos estos siglos como espejos que poseen el mágico y delicioso poder de reflejar la figura del hombre al doble de su tamaño natural".
No pretendo negar la sana importancia del cuidado femenino, sino ciertos valores erróneos que se transmiten durante la crianza, y que son aplaudidos e instigados por el padre ausente. Las "supermamás" no sólo generan en sus hijos hombres un apego a la mujer-niñera, sino un estilo afectivo supremamente egoísta y ególatra. Al tratar de hacer lo correcto se equivocan. Creo que la recriminación femenina a los maridos más escuchada en los hogares, debe ser: "Sólo piensas en ti"o "No sabes compartir". Y es cierto. El varón aprende a ser mejor receptor que dador. Somos excelentes receptores de afecto, pero no tan buenos a la hora de dispensarlo. No estoy diciendo que no sepamos dar amor, sino que preferimos recibir.
Hemos internalizado equivocadamente la idea de que es más importante sentirse satisfecho que satisfacer, y esta forma unidireccional de vivir el amor nos ha hecho perder el placer de la entrega como forma de vida: la suerte de tener a quién querer. La fortuna de poder depositar el amor en alguien puede llegar a ser muchísimo más impactante que la dicha de recibirlo. Una paciente me decía: "Necesito a quién celar", y con eso lo había dicho todo. Hacer afectivamente feliz a alguien es otra manera de compartir. Pero los varones no hemos entendido esto: soportamos mejor el no tener a quién amar, que el no ser amados. Es decir, no sabemos prescindir de la dosis de cuidado, protección y preocupación con la que nos amamantaron nuestras madres. La idea de un hombre impermeable, ermitaño, hosco y afectivamente autosuficiente, es más la excepción que la regla.
Necesitamos que se hagan cargo de nosotros, ésa es la verdad.
Los hombres, como veremos más adelante, tendremos que asumir un papel más activo, colaborador y crítico en la educación de nuestros hijos, si queremos evitar que este esquema de abandono e incapacidad siga propagándose de generación en generación. Ni el destierro del padre, ajeno y distante, ni la sobreprotección femenina, intensa y asfixiante. No queremos concesiones ni privilegios educativos que el día de mañana nos incapaciten para hacernos cargo de nosotros mismos.
Desde este punto de vista, sería paradójico que las famosas geishas, blanco de las más duras críticas feministas, resultaran ser un buen ejemplo para que los hombres narcisistas "merecedores" aprendieran el arte de complacer. Después de todo, a más de una mujer le gustaría que su marido se convirtiera, así sea de vez en cuando, en un mimoso y adorable geisho.
Extracto tomado del libro:
Intimidades masculinas
Walter Riso
Imágenes tomadas de internet
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