No son más de mil los indios ishir que sobreviven en el Chaco.
Wylky, legalmente llamado Gregorio Arce, habla por todos en las ceremonias sagradas. Hace años, una peste mató a su gente más querida. Entonces, él se hundió en el bosque, y allí cantó y cantó, y siguió cantando cuando la sangre le brotó de la boca. Con la garganta rota, mucho después, emergió de la fronda.
Es casi nada la voz que le queda, un susurro quebrado, pero Wylky es un señor de la palabra. Está hecho de silencio, y de pocas palabras secretas y luminosas, el sendero que conduce a la casa de los dioses.
Tomado de:
Cuentos de Galeano en la Jornada
Eduardo Galeano
Fotografía de internet