Ibrahim Edhem reparaba un desgarrón en su abrigo, sentado a la orilla del mar. Pasó por allí el emir del país, que era un ferviente admirador de este sheij. El emir se puso a pensar:
"He aquí un príncipe que ha abandonado su reino. He aquí un rico que ha abandonado sus bienes. Ahora sufre por su indigencia. ¡Era un sultán y ahora remienda su abrigo, como un pordiosero!"
Ibrahim Edhem había captado estos pensamientos y, de pronto, dejó caer su aguja al mar. Después se puso a gritar:
"¡Oh, vosotros, peces! ¿Sabéis dónde se encuentra mi aguja?"
Al instante aparecieron millares de peces y cada uno de ellos tenía una aguja de oro en su boca y le decía:
"¡Toma tu aguja, oh sheij!"
El sheij se volvió entonces hacia el emir y le dijo:
"¿Qué reino es el mejor? Esto no es sino un signo exterior. Perderías la razón si conocieses la esencia de este reino. De la viña sólo un racimo de uva llega a la ciudad, porque la viña no puede transportarse a ella.
¡Sobre todo si esta viña es el jardín del Amado! Este universo no es más que una corteza."
150 Cuentos sufíes
Maulana Jalāl al-Dīn Rūmī
Fotografía tomada de internet