Cuatro indios entraron en la mezquita para prosternarse ante Dios, con el corazón en paz. Pero, de pronto, el almuédano entró también en la mezquita y uno de los indios dejó escapar estas palabras:
"¿Se ha recitado la llamada a la oración? ¡Si no es así, nos hemos adelantado!
-¡Cállate!, le dijo el otro; ¡con tus palabras, has invalidado tu oración!
-¡Cállate tú también, porque acabas de hacer lo mismo!"
Y el cuarto añadió:
"¡Gracias a Dios, yo no he hablado, y mi oración sigue siendo válida!"
Es una verdadera bendición el no ocuparse uno sino de su propia vergüenza.
150 Cuentos sufíes
Maulana Jalāl al-Dīn Rūmī
Fotografía tomada de internet