Alguien acusaba a un sheij diciendo:
"No es más que un hipócrita. Bebe vino a escondidas. ¿Cómo creer que un hombre semejante pueda ayudar a sus discípulos?"
Un fiel le dijo:
"Ten cuidado con tus palabras. Dios no permite tener tales pensamientos sobre hombres santos. Aunque lo que dices fuera verdad, ese sheij no es un estanque tan pequeño que pueda enturbiarlo un poco de barro. Es más bien un océano.
-Sí, replicó el otro, pero yo lo he visto en un estado poco conveniente. No reza y tiene un comportamiento indigno de un sheij. ¡Si no me crees, ven conmigo esta noche y verás! ¡Su ocupación es ser hipócrita de día y pecar de noche!"
Llegada la noche, se encontraron bajo la ventana del sheij y lo vieron, con una botella en la mano.
El hombre gritó entonces:
"¡Oh, sheij, la verdad sale a luz! ¡Y tú nos decías que el diablo metía sus pezuñas en la copa de vino!"
El sheij respondió:
"Mi copa está tan llena que nada puede penetrar en ella."
El hombre comprobó entonces que la botella estaba llena de miel y quedó avergonzado. El sheij le dijo:
"Antes de apesadumbrarte, ve a buscar vino. Estoy enfermo y lo necesito. En un caso semejante, las cosas normalmente prohibidas se hacen lícitas."
El hombre fue a la taberna pero, en cada tonel, no encontró sino miel. Ni rastro de vino. Preguntó al tabernero dónde estaba el vino.
Cuando hubieron comprobado esta extraña metamorfosis, todos los bebedores de la taberna se pusieron a llorar y vinieron ante el sheij.
"¡Oh, maestro! ¡Sólo has venido una vez a nuestra taberna y todo nuestro vino se ha transformado en miel!"
Este mundo está lleno de alimento ilícito, pero el fiel no debe tocarlo.
150 Cuentos sufíes
Maulana Jalāl al-Dīn Rūmī
Fotografía tomada de internet