Pedro García Dobles siempre tuvo planes de fuga, pero a los dos años de edad vivía con los padres, Aurelia y Alex, en su casa de San Isidro de Heredia, y parecía conforme con la situación.
Una mañana, Aurelia lo alzó en brazos ante el espejo. Señalando su propia imagen, ella dijo:
—Mamá.
Y señalando la imagen de él, dijo:
—Pedro.
A Pedro le interesó el asunto:
—¿Entramos?
Aurelia llamó al espejo, toc-toc, con los nudillos. Y nada. Entonces Pedro intentó meterse, y comprobó, triste:
—Tá cerrado
Tomado de:
Cuentos de Galeano en la Jornada
Eduardo Galeano
Fotografía de internet