SEGÚN LEES ESTO, RELÁJATE. Simplemente. En esa relajación, observa si surge la tendencia a hacer algo, a hacer algo de este momento, a tratar de conservar este momento o bien a intentar deshacerse de él. Sugiero que todas estas tendencias se construyen en torno a algún tipo de defensa contra la revelación y el profundo auto reconocimiento de que en realidad no eres un cuerpo individual, en realidad no eres una personalidad, y , de hecho, no eres nada en absoluto. Cuando “nada en absoluto” es interpretado por la mente, surge un pensamiento pavoroso: un pensamiento de muerta, de falta de valía, de que uno es prescindible. Por tu profunda identificación con el cuerpo y con los pensamientos, este miedo puede ser muy intenso.
Los patrones mentales de defensa contra la nada, contra el vacío, se enredan sobre este miedo. Estos patrones son respuestas estratégicas al miedo. La mente puede activarse mucho de repente: “Sí, pero ¿qué significa eso? No puede ser. “¿Cómo voy a poder hacer mi trabajo? Por un momento deja todos esos pensamientos de lado. Deja que tu mente descanse sobre nada: Que no sea nada, que no haga nada, que no tenga nada, que no consiga nada, que no guarde nada. En ese momento si puedes realmente, voluntariamente, conscientemente, simplemente no ser nada en absoluto, puedes descubrir en un destello la paz, la expansión, la liberación de los límites que es inherente a la nada.
Lo cierto es que realmente no eres nada, pero esa nada está llena, es completa, infinita, está en todo y por todas partes, esta nada es la consciencia misma. Ya es total, plena, completa. Esa es la increíble paradoja, ¡Aquello que buscas y de lo que huyes es lo mismo!
Sé que debes experimentar al menos un atisbo o un eco de la paz ilimitada que está aquí. Este es un eco de tu verdadera identidad, que siempre está presente. Por muchas estrategias mentales que surjan-para hacer, para conservar, para ocultar, para proteger o para defender-, esta paz ilimitada siempre está presente, y es tu verdadero refugio. Esto es, de hecho, tu verdadero rostro. No necesitas año de práctica espiritual para hallar tu verdadero rostro, porque siempre está presente. Y tampoco hace falta ser una persona mejor para hallar tu verdadero rostro.
Ahora mismo, exactamente donde estás, quién quiera que imagines ser, tu verdadero rostro está brillando. Pero en realidad no es un rostro en absoluto, no tiene género, no tiene planes. Simplemente brilla tal como es, brilla como brillo.
A menudo me preguntan por qué nos identificamos erróneamente y encubrimos nuestro rostro original. Existen muchas teorías espirituales y metafísicas a ese respecto, pero hay una que tiene más sentido para mí que ninguna otra: El extraordinario deleite de descubrir tu verdadero rostro sólo es posible después del extraordinario sufrimiento de encubrirlo.
Seguramente recordaras la emoción que sentías de niño jugando al “escondite”, la extraordinaria emoción de esconderte durante un rato hasta que esta se desvanecía. En ese momento, aunque el deseo mantenía su intensidad, era de signo contrario, pues lo que querías era que te encontraran.
Si en tu vida ha surgido el deseo de que te encuentren, entonces es hora de ser encontrado. Es la hora de dejar de esconderse del concepto de la nada y de volver a la verdad de la nada.
Es la hora de descansar en ese sentido. Cuando así sucede, los hábitos de la identificación errónea, las estrategias de control y ocultación, las creencias condicionadas en la necesidad de esconderse…, todo ello queda expuesto y quedas libre para simplemente ser.
La experiencia y el poder de la individuación son imponentes, y no hay nada malo en ella. Pero es una experiencia de ocultación, por la cual la totalidad se disfraza de individuo. Ahora la totalidad puede brillar a través del disfraz del individuo. Lo único que se necesita es que estés preparado; se necesita tu disposición, tu declaración expresa: “sí, ahora estoy preparado, realmente preparado, para ser encontrado”.
Por supuesto, como te has estado escondiendo durante millones de años en distintas versiones de esta forma genética particular, grandes fuerzas surgirán en ti y te dirán: “no, todavía no, todavía no, aún no, un poco más adelante. Este no es un buen momento”. Pero lo que yo digo es sí, ahora; aunque estén surgiendo todas esas fuerzas del pasado, este es el momento de ser encontrado. Entonces estas fuerzas del condicionamiento se convierten en combustible para una enorme hoguera que ilumina tu camino
de vuelta a casa.
Extracto del libro:
El Diamante en tu bolsillo: Descubre tu verdadero resplandor
Gangaji
Imágenes tomadas de internet