miércoles, 2 de octubre de 2019

EL ARROYO DE LA LUNA


Un rebaño de elefantes se había instalado a la orilla de un arroyo y los demás animales se lamentaban de que esta presencia los privaba del libre acceso al curso de agua. Todos se pusieron a buscar una estratagema para hacer que se largaran, pues estaba claro que ninguna fuerza bastaba para obligarlos a irse.

El primer día de la luna, un viejo conejo subió a un montículo y gritó a los elefantes:

"¡Oh, sultán de los elefantes! ¡Soy un mensajero, el mensajero de la luna! Si quieres tener la prueba de mis palabras, escucha esto: dentro de quince días, la luna se mostrará en el agua. Y he aquí el mensaje que la luna os envía: "Este arroyo nos pertenece y está prohibido a todos acercarse a él bajo pena de volverse ciegos" Creedme, si os quedáis cerca de este arroyo, seréis cegados por medio de unos destellos. ¡Y si os atrevéis a calmar en él vuestra sed, la luna se estremecerá en el agua para mostrar su cólera!"

Al octavo día de la luna, el sultán de los elefantes fue a beber al arroyo, pero cuando mojó su trompa en él, vio la luna estremecerse en su superficie. Entonces empezó a creer lo que le había dicho el viejo conejo, pero los demás elefantes lo tranquilizaron diciéndole:

"¡No somos tan tontos como para huir porque la luna se haya movido!"



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Maulana Jalāl al-Dīn Rūmī
Fotografía tomada de internet