lunes, 24 de febrero de 2020

CORROMPER A LA GENTE







Hay una hermosa película italiana dirigida por Federico Fellini, llamada 81/2. En una escena aparece un hermano cristiano en una excursión con un grupo de muchachos de ocho a diez años. Están en la playa, caminando, mientras el hermano viene detrás con tres o cuatro muchachos a su alrededor. Se encuentran con una mujer mayor que es prostituta, y le dicen: 





- Hola. 





Ella contesta: 


- Hola. 





Ellos preguntan: 


¿Quién eres tú? 





Y ella dice 


- Yo soy una prostituta. 





Ellos no saben qué es eso, pero fingen saberlo. Uno de los muchachos que sabe más que los otros dice: 





- Una prostituta es una mujer que hace ciertas cosas si uno le paga. 





Ellos preguntan: 





-¿Haría ella esas cosas si le pagamos? 




¿Por qué no? fue la respuesta. 





De manera que hacen una colecta, le dan el dinero y le dicen: 


-¿Haría ciertas cosas ahora que te hemos dado el dinero? 





Ella responde: 


- Por supuesto muchachos, ¿qué quieren que haga? 





Lo único que se les ocurre a los muchachos es que ella se quite la ropa. Y ella lo hace. Bueno, la miran; nunca habían visto a una mujer desnuda. No saben qué más hacer, de modo que le dicen: 





-¿Quieres bailar? 





Ella dice: 


-Por supuesto 





Ellos se reúnen alrededor de ella cantando y batiendo palmas; la prostituta mueve el trasero, y ellos se divierten de lo lindo. El hermano ve todo esto. Corre por la playa y le grita a la mujer. La hace vestir, y el narrador dice: "En ese momento, los niños se corrompieron, hasta entonces eran inocentes, hermosos". 





Éste no es un problema infrecuente. En la India, conozco a un misionero muy conservador, un jesuita, quien asistió a uno de mis talleres. Mientras yo desarrollaba este tema durante dos días, él sufría. La segunda noche vino a buscarme y me dijo: 





- Tony, no puedo explicarte cuanto sufro cuando te escucho. 





-¿Por qué, Stan? - le pregunté 





Me contestó: 


- Tú estás reviviendo una pregunta que he reprimido durante veinticinco años, una horrible pregunta. una y otra vez me he preguntado: ¿Habré corrompido a mi gente convirtiéndola al cristianismo? 





Este jesuita no era uno de esos progresistas, era ortodoxo. Devoto, piadoso, conservador. Pero sentía que corrompía a una gente feliz, amable, sencilla, sin malicia, convirtiéndola al cristianismo. 





Los misioneros estadounidenses que fueron a las islas de los Mares del Sur con sus esposas se horrorizaron cuando vieron que las mujeres nativas iban a la iglesia con los pechos descubiertos. Las esposas insistieron en que las mujeres estuvieran decentemente vestidas. De modo que los misioneros les dieron camisas para que se las pusieran. Al domingo siguiente, las mujeres llegaron con las camisas puestas, pero con dos grandes huecos para estar cómodas y ventilarse. Ellas tenían la razón; los misioneros estaban equivocados. 








Extracto del libro:


Despierta (charlas sobre la espiritualidad)


Anthony de Mello


Fotografía tomada de internet