El psicólogo y humanista Abraham Maslow decía: "Un músico debe hacer música, un pintor debe pintar, un poeta debe escribir, si a final de cuentas quiere ser feliz. Lo que un hombre puede ser, debe serlo. A esta necesidad podemos llamarla autorrealización". Hoy, sabemos en psicología que el desarrollo de las propias capacidades y fortalezas son necesarias para la salud mental. La represión es enemiga de la felicidad.
La pregunta que surge es obvia: ¿por qué motivo el amor que sientes por tu pareja debe impedir la expansión satisfactoria de tus talentos y capacidades personales? Hablo de los deseos que te mueven, de lo que quieres hacer, de tus motivaciones vitales, de lo que te empuja a ser lo que eres y no otra persona.
Todo lo que nos haga crecer como seres humanos, mientras no sea destructivo ni para uno ni para otros, debe llevarse a cabo, si no queremos sentirnos incompletos. No hablo de impulsos patológicos, como las adicciones o las perversiones, sino de esa energía y pulsión de vida que nos hacen más humanos cuanto más las llevamos a cabo.
Sin obsesionarnos por ello, la búsqueda de la excelencia (superación no egocéntrica) y el perfeccionamiento (mejoramiento continuo) definen el arte de vivir. ¿Cuál es tu ideal del "yo", tu vocación, tus aficiones, tus querencias, tus gustos, tus sueños, tus proyectos de vida? ¿Por qué abandonarlos? Un amor que exija la castración motivación al e intelectual del otro para que funcione, no es amor sino esclavitud.
Le pregunto a alguien:"¿Cuál es su sentido de vida, señora?" Ella me mira en silencio, piensa un rato y luego responde con una sonrisa: "Mis hijos". Yo insisto: "Y si sus hijos no existieran, ¿qué haría, qué significado tendría su vida?" Piensa otro rato y me contesta: "Ninguno, no tendría sentido". Vivir para otros, con otros y en otros: la simbiosis" más allá de la placenta. No hay que destruirse para amar a un hijo. No debo quitarme la vida para producir vida. Mi madre siempre había querido cantar, su voz de soprano me acunó desde niño con un amplio repertorio de canciones "napolitanas tradicionales. Una vez me dijo: "Si volviera a nacer, cantaría en la ópera". Y hasta el día de su muerte" me hice la misma pregunta: ¿por qué no lo hizo o por qué no lo intentó? La pobreza, la emigración, mi padre, vaya uno a saber; quizás, de haberlo hecho, yo no habría nacido. ¿Un acto de amor? Sin duda, pero hacia sus futuros hijos, no hacia ella.
Una mujer de 37 años se vio enfrentada a un verdadero juicio moral por parte de su familia cuando tomó la decisión de estudiar historia en la universidad. Las críticas llovieron de todas partes, pero lo que más le molestaba eran los cuestionamientos sobre el supuesto abandono a sus hijos: "¿Vas a dejar a los niños sabiendo que te necesitan tanto?", le decían tías y vecinas. Es el chantaje emocional" típico a las mujeres que intentan abrirse paso en la vida, que proviene no sólo de los hombres sino también de otras mujeres. Tenía dos hijos varones de catorce y quince años a los que amaba profundamente y no quería hacerles daño.
Cuando me planteó el problema de la culpa que sentía, no dudé en responderle: "Si sus hijos a la edad que tienen todavía necesitan la presencia de la madre las veinticuatro horas, los que deberían estar aquí son ellos. Siéntase culpable solamente si ha violado los derechos de alguien intencionalmente. Me pregunto si su marido e hijos tienen el derecho a que usted se dedique a ellos de tiempo completo..." Otros señalamientos de su grupo de referencia giraban alrededor de qué tan útil y productiva podía ser la carrera que iba a estudiar, como si el placer de la vocación no fuera un motivo válido y suficiente.
Por ejemplo, un cuñado le sugirió que asistiera a unos cursos de contaduría para ayudarle a su marido en la empresa y así "distraerse un poco". Cuando mi paciente me comentó la propuesta, no pude disimular mi preocupación:
Terapeuta: ¿A usted le gusta la contaduría?
Paciente: ¡La odio!
Terapeuta: ¿Prefiere una carrera universitaria formal o unos cursos de enseñanza informal?
Paciente: Quiero estudiar una carrera universitaria completa. Siempre fue mi sueño. Me casé muy joven, pero todavía estoy a tiempo... ¿Usted qué me aconseja?
Terapeuta: Usted no necesita mi opinión, ya tiene todo muy claro.
Hoy día cursa séptimo semestre de historia. No se separó y finalmente la familia en pleno tuvo que resignarse a compartir a la madre, la hija y la esposa con los estudios.
"Persevera y triunfarás" es un refrán que no me gusta "mucho, porque deja por fuera la virtud de "aprender a perder", sin embargo, debo reconocer que en este caso," funcionó a la perfección.
¿Quieres trabajar en una obra social, aprender a bailar tango, formar parte de Médicos sin Fronteras, meterte de monja o de cura? Pues si es vital, si forma parte de tus necesidades básicas, no lo descartes. Reflexiona sobre ello, haz un balance costo/beneficio y al menos, atrévete a considerarlo seriamente. Lo que te hace evolucionar es un regalo, lo que te lleva a involucionar es un estorbo.
¿Quién debe acoplarse a quién en estos casos? Para mi es indiscutible: el que se opone irracionalmente debe acceder y no a la inversa. Supongamos que tuvieras un hijo varón que quisiera estudiar ballet clásico (recordemos la película Billy Elliot) y como padre te negaras debido a tus prejuicios machistas. Pues, para mí es claro que tu hijo no debería renunciar a su vocación para darte gusto. Por el contrario, pienso que deberías ser tú quien se acople a él y generar un cambio en tu manera de pensar. Lo regresivo debe ceder paso a lo progresivo, y es progresivo todo lo que ayude al desarrollo del potencial humano. Parafraseando al filósofo André Comte-Sponville: en cada uno de nosotros reposa una "pulsión de vida" (como lo llamaba Freud), una "tendencia" (hormé la llamaban los estoicos), "una propensión a perseverar en su ser" (el connatus de Spinoza) o una "voluntad de poder" (para Nietzsche). Allí radica la vida buena, en seguirle la pista a los propios talentos naturales. Alguien podría argüir:"¿Acaso no pueden congeniar ambas cosas: amor de pareja y vocación?" La respuesta es: a veces sí es posible hacerlo.
En ocasiones podemos reunir en una misma bolsa afecto y autorrealización, trabajo y placer. ¿Pero, si no se puede...? ¿Por qué existir menos, si podemos existir más? Cuando renuncias a tu sentido de realización personal, a tus necesidades de crecimiento, empequeñeces tu existencia.
El humanismo y la psicología positiva sostienen que el desarrollo saludable adopta dos direcciones: autonomía y exploración/apertura. ¿Cómo avanzar en la vida si la persona que amas se resiste a tu crecimiento? ¿Cómo mantener la capacidad de asombro si se te prohíbe reír y conocer el mundo? Mejor una pareja con la cual puedas crecer codo a codo la coincidencia sobre lo fundamental, así haya variaciones sobre el mismo tema. El psicólogo Cari Rogers aseguraba que el organismo tiene una tendencia, el reto básico de mejorar, realizar y mantener el sí mismo que experimenta. Esta tendencia a la realización gira alrededor de una premisa fundamental: quererse a uno mismo al cubo.
Si por hacer feliz a la persona que amas renunciaste a tus deseos íntimos, has reprimido tu esencia o has adoptado un look prestado que distorsiona tu verdadero yo, pasaste el límite de un amor saludable. O peor: si ésa fue la "prueba de amor" que te exigieron, no te amaron o no te aman lo suficiente.
Extracto del libro:
Los límites del amor
Walter Riso
Fotografías tomadas de Internet