El punto de partida es la capacidad de la mente para quedarse con la experiencia del dolor o del placer producidos por el contacto con un objeto, persona, situación… La memoria de esta experiencia, especialmente cuando es repetida, condiciona el deseo o el temor.
El siguiente paso condicionado consiste en el logro del objeto del deseo, de lo que gusta y la huida de lo que disgusta.
A continuación, el aprendizaje de los medios e instrumentos, bien sean los pensamientos, las habilidades, que encadenadas al objetivo procuran su alcance. En esta fase se desarrollan las cualidades de la disciplina, la astucia, el capricho y demás habilidades de cada objetivo concreto tendiendo a la repetición, a la especialización y a la adicción consumista perdiéndose la capacidad del percibir al objeto en sus diversas dotaciones y características, limitándose su percepción por la unilateralidad del deseo y convirtiendo en cosas o cosificando todo elemento. Por otro lado, especializados en el logro del placer y la satisfacción, las grandes y pequeñas frustraciones, fracasos y dolores descompensan al consumidor mal acostumbrado y peor adiestrado procurándole estados desconocidos de sufrimiento hasta llegar a las depresiones o compensaciones destructivas.
Bibliografía:
La luciérnaga ciega: Soko Daido Ubalde
Fotografía tomada de internet