Este capítulo trata del veneno mental que son los desatinos, uno de los factores que producen la desgracia. Aquí, al loco se lo caracteriza por la ignorancia de la verdad, por el deseo de poseer, el engreimiento, la insensibilidad, la cortedad de miras y el darse importancia. Se hace mucho hincapié en el hecho de que la compañía de los desatinados no sólo es ruinosa sino hasta injuriosa; estos locos no sólo se hacen daño a sí mismos sino también a los demás por medio de la ignorancia y del conocimiento mal aplicado.
1. La noche es larga para el
que vela; una distancia de diez
kilómetros es larga para el
cansado; el camino de la vida y de
la muerte es largo para los locos
que no saben la verdad.
2. El viajero que no encuentra
a nadie mejor o igual debe seguir
adelante solo; no hay que juntarse
con un loco.
La compañía de los locos es dañina hasta en ausencia de malas intenciones; la buena voluntad de un loco puede ser tan dañina por medio de la acción ignorante como la oposición de un loco.
3. «Tengo hijos, tengo
riquezas»... sufre el loco pensando
así. Ni siquiera el ser propio es de
uno mismo: ¿cómo habrían de serlo
los hijos, las riquezas?
El Corán dice: «Competir para conseguir más y más te desvía hasta llevarte a la tumba.» Y también: «Debes saber que la vida del mundo no es sino distracción y desviación, ostentación y competencia por la gloria entre vosotros, y apetencia de más y más riquezas e hijos... ¿Y qué es la vida del mundo sino la materia de las decepciones?»
Extracto del libro:
Dhammapada Buda
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