Cuando extraes el puñal del odio y la desconfianza que atraviesa tu corazón, este se transforma en un puente. Cuando te desprendes del apego, la avidez y el temor, empiezas a ver la otra orilla, la orilla de la liberación. Tenemos que actuar desde la bondad amorosa porque, cuando la ira y el odio campan por sus fueros, es imposible llegar a una solución. Es imposible erradicar la violencia y el miedo con la ira y el odio, para ello solo sirven el amor y la compasión.
Lo primero que debes decir es: «Querido amigo, tengo clavado un puñal en el corazón y quiero extraerlo».
Si la otra persona apoya tu oferta de escuchar y empieza a compartir algo contigo, debes prepararte para ejercitar la escucha profunda y compasiva. Escucha, pues, con toda tu atención y concentración, con el único deseo de dar al otro la oportunidad de expresarse. La escucha profunda y compasiva permite que la otra persona o la otra nación tengan la oportunidad de decir algo que nunca tuvieron la oportunidad o el valor de comunicar por no tener a nadie que escuchara atentamente.
Al principio, sus palabras pueden estar llenas de amargura, reproches o condenas. Por eso, debes poner todo de tu parte para permanecer sentado y seguir escuchando tranquilamente. Escuchar de ese modo proporciona al otro la oportunidad de curar su sufrimiento y sus percepciones erróneas. Si le interrumpes, corriges o niegas lo que está diciendo, interrumpes el proceso de reconciliación y restablecimiento de la comunicación. La escucha profunda requiere que la otra persona hable, por más que lo que diga sea injusto y esté cargado de ideas equivocadas. Cuando escuchas profundamente a alguien, no solo debes centrarte en el reconocimiento de sus ideas erróneas, sino en darte cuenta de que tú también albergas ideas equivocadas sobre la otra persona y sobre ti mismo. Más tarde, cuando os hayáis calmado y la otra persona se sienta más segura y confiada, podrás empezar, lenta y cuidadosamente, a tratar de corregir sus ideas equivocadas. Utilizando palabras amables, puedes señalar el modo en que ha malinterpretado tus palabras o la situación. Las palabras amables también pueden hacer que el otro entienda mejor tus propias dificultades y permitir que ambos os liberéis de las percepciones equivocadas que son la causa del odio, la ira y la violencia.
Extracto del libro:
Miedo
Thich Nhat Hanh
Fotografía tomada de internet