El equilibro entre "tus derechos" y "mis derechos" es supremamente delicado. Por ejemplo: ¿habría que pedirle permiso a nuestra pareja para salir a algún sitio, desempeñar una nueva actividad o hacer un viaje? Una señora ya entrada en años me decía: "Mi marido es encantador, generoso y nada machista: siempre me da permiso para salir". Obviamente no se trata de "desaparecer" sin dejar rastro, es mejor avisar y si hace falta aclarar alguna incomodidad o mal entendido, si lo hubiera, Pero, ¿pedir permiso...? ¿Qué tipo de vínculo amoroso puede haber cuando uno de los dos detenta la autoridad para otorgar indultos y aprobaciones de todo tipo? Salir con las amigas o los amigos no tiene por qué terminar en una aventura, y si ésa es la preocupación del que se interpone, es mejor pedir ayuda profesional. Lo que debe pesar a la hora de tomar decisiones no es la ley del más fuerte sino la fuerza de los argumentos. Si todo va bien, tendremos una red de posibilidades funcionando al mismo tiempo: mis planes, tus planes y nuestros planes.
Una paciente recién casada consultó conmigo porque no podía ir a visitar a su familia sin el consentimiento del marido y no sabía qué hacer al respecto. Reproduzco parte de una entrevista que tuve con ella.
Paciente: Estoy sufriendo demasiado, yo quiero ir a visitar a mis padres con más frecuencia, pero él no me deja ir porque dice que mi nueva familia es él.
Terapeuta: ¿Tienes algún problema con tu familia, algo difícil de manejar?
Paciente: Todo lo contrario.
Terapeuta: ¿Dónde viven tus padres?
Paciente: A veinte cuadras de mi casa.
Terapeuta: ¿Por qué le pides permiso a tu esposo para ir? ¿No has pensado en simplemente ir sin preguntarle? Paciente: Se pondría furioso
Terapeuta: ¿Te agrediría físicamente?
Paciente: Probablemente me dejaría de hablar.
Terapeuta: ¿Y nada más?
Paciente: Eso es horrible
Terapeuta: ¿"Por qué horrible"? Lo veo más incómodo que "horrible".
Paciente: Vivir con alguien que no le habla a uno es terrible! ¡No es normal!
Terapeuta: En eso estamos de acuerdo, no es normal. Me pregunto qué es más importante: si tu libertad o que él te dirija la palabra. La aparente fortaleza de él está asentada en tu debilidad, en tu miedo a los silencios. Creo que debes dar la lucha. Si accedes ahora a sus peticiones irracionales, llegará un momento en que no podrás retroceder. Empieza a poner límites... Si no puedes decidir cuándo y cómo visitar a tu familia, no podrás decidir nada...
Paciente: Ya lo he pensado. Creo que una relación debe permitirle a uno ser como es...
Terapeuta: Bueno, depende... Si tu pareja tiene la costumbre de golpearte cada vez que se le antoje, no creo que debas aceptar eso como "normal" y "dejarlo ser", simplemente porque estaría violando tus derechos. Ése es el límite. Pero lo que tú pides es lógico y adecuado, así que no estás violando ningún derecho de tu pareja. Casarse no es enterrar a tu familia consanguínea.
El joven marido nunca quiso asistir a las citas. Finalmente se separaron cuando ella consiguió trabajo, porque el hombre comenzó a prohibirle las "llegadas tarde", así fueran por cuestiones laborales.
Extracto del libro:
Los límites del amor
Walter Riso
Fotografías tomadas de Internet