viernes, 27 de noviembre de 2020

LA LLAMA ENCIENDIDA


Quien ha alcanzado la alegría se convierte en fuente de grandes transformaciones para muchas personas. Se ha encendido su llama, y puede ayudar a otros. También se pueden encender las llamas al aproximarse a quien arde de alegría. Al acercarse, la llama se lanza sobre ti y ya no vuelves a ser el mismo.

El amor sólo es posible cuando tu llama está encendida. En otro caso eres un continente oscuro; ¿cómo vas a dar luz a otros? El amor es luz, el odio oscuridad. ¿Estás en la oscuridad por dentro e intentas dar luz a otros? Únicamente lograrás darles más oscuridad, y ellos ya están a oscuras. Multiplicarás su oscuridad, los harás más infelices. No lo intentes, porque es imposible, no concuerda con la naturaleza de las cosas. No puede ocurrir. Puedes tener esperanza, pero todas tus esperanzas son vanas. Llénate de alegría en primer lugar.

Vive en la alegría, en el amor; aun entre quienes odian. Y no se trata de lo que te hagan los demás. Entonces puedes amar incluso a quienes te odian. Entonces se puede vivir en el amor y la alegría incluso entre los enemigos. No se trata de amar sólo a quienes te aman. Eso es vulgar, como un negocio, como un trato. El verdadero amor consiste en amar a quienes te odian. Ahora mismo ni siquiera puedes amar a quienes te aman, porque no conoces la alegría. Pero cuando conozcas la alegría, se producirá el milagro, la magia. Entonces serás capaz de amar a quienes te odian. En realidad, ya no se tratará de amar o no amar a alguien, porque tú te conviertes en amor; no te queda nada más.

Según creo, en el Corán se dice lo siguiente: «Odia al diablo». Rabiya, una gran mística sufí, tachó esas palabras de su Corán. Hasán, otro célebre místico, estaba en casa de Rabiya y la vio hacerlo. Le preguntó:

—¿Qué haces? No se puede corregir el Corán. Es una blasfemia. No puedes eliminar ninguna frase del Corán; es perfecto. No existe ninguna posibilidad de mejorarlo. ¿Por qué lo haces?

Rabiya le dijo:

—Hasán, tengo que hacerlo. No se trata del Corán, sino de algo completamente distinto. Desde que conozco a Dios no puedo odiar. No se trata del diablo, sino simplemente de que no puedo odiar. Incluso si el diablo se me pone delante lo amaré, porque ahora sólo sé amar; soy incapaz de odiar. Eso ha desaparecido. Si alguien está lleno de luz sólo puede darte luz, y no importa que seas amigo o enemigo.

»¿De dónde puedo sacar oscuridad para arrojársela al diablo? Ya no existe; yo soy luz. Mi luz caerá sobre el diablo, igual que sobre Dios. Para mí ya no hay Dios ni diablo, ni siquiera puedo distinguirlos. Todo mí ser se ha transformado en amor. No ha quedado nada.

»No estoy corrigiendo el Corán… ¿Quién soy yo para corregirlo? Pero esta frase ya no tiene sentido para mí. Y este ejemplar es mío; no estoy corrigiendo el Corán de otro. Tengo derecho a adaptar mi ejemplar. Esta frase me hace daño cada vez que la leo. No le encuentro sentido, y por eso la tacho.

Quien está lleno de alegría y amor no puede evitarlo. Ama a los amigos, a los enemigos. No se trata de una decisión; amar es como respirar. ¿Dejarías de respirar si fuera a verte un enemigo? Dirías: «¿Cómo puedo respirar ante mi enemigo?». Dirías: «¿Cómo voy a respirar si mi enemigo también está respirando y el aire que ha pasado por sus pulmones puede entrar en los míos? No puedo respirar». Te asfixiarías y morirías. Sería un suicidio, y completamente absurdo.

Llega un momento en el que amar es como respirar, la respiración de tu alma, y sigues amando.

A esta luz se comprenden las palabras de Jesucristo: «Ama a tus enemigos como a ti mismo». Si le preguntamos a Buda, responderá: «No hace falta hacer semejante cosa, porque no puedes hacer otra». Tienes que amar. En realidad, eres amor, de modo que estés donde estés, en las flores, en las espinas, en la noche oscura, a plena luz del día, en el sufrimiento rodeándote como un mar o en medio del éxito… da igual. Sigues siendo amor; todo lo demás carece de importancia. Tu amor se convierte en parte de lo eterno, continúa. Puedes aceptarlo o no, pero no puedes odiar; tienes que ser tu verdadera naturaleza.



Bibliografía: 
Alegría: Osho
Fotografía tomada de internet