Por naturaleza somos criaturas fantasiosas. Así como una ardilla esconde sus nueces, los humanos desarrollan creencias. Así añadimos significado a nuestras vidas, organizamos y definimos nuestra historia personal.
Cada uno de nosotros es un novelista o guionista para nuestra historia propia, y pretendemos que aquello que pensamos sobre nuestra vida es la verdad total.
Sin embargo, es imposible darnos cuenta que aunque este proceso de definir nuestra realidad es muy creativo, retador e incluso divertido, nunca está completo ni es del todo preciso. Nuestras creencias dejan fuera un gran trozo de la realidad de la situación. Por ejemplo, si creemos que alguien es una buena persona, hemos obviado la parte obscura de esa persona. Si pensamos que alguien es un cretino, hemos obviado alguna de sus buenas cualidades. La naturaleza limitada de las creencias aplica no solo a nuestras creencias sobre otras personas, sino también a nuestras creencias sobre nosotros mismos. Tenemos una identidad compuesta por las creencias sobre nosotros mismos y esa identidad es, por tanto, tan fluida, cambiable e incompleta como cualquier otro grupo de creencias.
Esto no es un problema, incluso es un proceso muy creativo. Sin embargo, muchas veces olvidamos que estamos pretendiendo algo. Pretendemos que somos buenas personas, o mejores que otros y luego olvidamos que esto es solamente la mitad de la verdad. Es como ver una película, olvidar que es ficticia, y luego sentirnos enojados por las acciones de los personajes incluso varias horas o días luego de terminada la película. Los actores recibieron un pago para actuar como malas personas, pero olvidamos que todo fue inventado.
Por tanto, aunque no haya nada mal con nuestro sistema de creencias e identidades, puede causarnos sufrimiento cuando olvidamos que son fantasías. Si nos aferramos a ellas de modo rígido y las defendemos de toda contradicción, pueden limitar nuestra consciencia y acciones.
Estamos atrapados en una película de fantasía creada por nuestra propia mente y olvidamos que podemos cambiar el libreto en cualquier momento. Saber que la realidad no es como la imagina, no necesariamente cambie su experiencia. Pero puede permitirle disfrutar el momento tal cual es, así como saber que está viendo una película puede permitirle disfrutar las payasadas de un superhéroe o los actos de desesperación de un corazón roto junto a una amante, sin enojarse demasiado.
Olvidar que las interpretaciones de su propia vida son inventadas, puede significar que en lugar de disfrutar la riqueza de cada experiencia usted está ocupado tratando de cambiar las cosas para resolver problemas creados por su sistema de creencias.
¿Qué significa ser rico o estar arrancado? ¿Cómo es usted cuando le han convertido en el blanco de una broma? ¿Cómo se siente cuando su carrera es un éxito o fracasa? ¿Quién piensa que es en realidad? A usted le corresponde formular las respuestas a todas estas preguntas y a millones más. En medio de este proceso increíblemente creativo de crear el cuento de su existencia, también tiene la oportunidad de ver más allá de la historia para percibir que más hay allí. ¿Qué cosas están presentes ahora mismo que no son parte de sus creencias? ¿Cuál es la verdadera realidad detrás de nuestra realidad imaginada? ¿Qué crea el mundo físico?
¿Qué creó la mente que está formulando sus creencias? No hay necesidad de hallar respuestas definitivas, ya que solo serian más creencias.
En su lugar, puede jugar con un sin fin de nuevas posibles respuestas y así descubrir el potencial ilimitado de su verdadera naturaleza.
¡Imagine que divertido es!
Extracto del libro:
Eso es eso
aka Nirmala
Fotografía tomada de internet