Hijo, cuando camino o estoy en reunión dejo de ver los cuerpos y comienzo a mirar sus esqueletos. Los veo caminar, reírse, gesticular, pero son solamente huesos no cuerpos humanos. Cuando le doy la mano a alguien, estrecho sus huesos. Verás que con este ejercicio vas logrando concentración en lo que haces. Es hasta entretenido.
Tomado del libro:
Cuentos Zen para la Vida Diaria y los Negocios
Diálogos para una aproximación zen a una vida plena
Mariano Merino
Fotografía tomada de internet