Ocurrió que el Mulla Nasruddin estaba escuchando con mucha atención a un extraño que contaba una larga historia en un café. Pero el hombre hablaba de una manera tan confusa y enredó tanto el final, que el cuento ya no era chistoso y nadie se rió, excepto el Mulla. Pero el Mulla se rió con gran entusiasmo.
-Por qué te reíste, Nasruddin? -le pregunté más tarde cuando el forastero se había ido-.
-Siempre lo hago -me contestó Nasruddin-. Si no te ríes, corres el peligro de que te cuenten el mismo cuento otra vez.
FUENTE: OSHO: ‘El Hombre que Amaba las Gaviotas y Otros Relatos’, Grupo Editorial Norma, Bogotá, 2003, ISBN 958-04-7279-3, Pag. 297