Buda cruzaba un pueblo. Un grupo de gente que estaba en su contra se reunió alrededor de él y se puso a insultarlo gravemente. Él escuchó en silencio, con infinita paciencia. En realidad, debido a su paciencia, aquella gente empezó a inquietarse. Empezaron a sentirse incómodos, porque si insultas a un hombre y él escucha como si escuchara música, hay algo que va mal. ¿Qué es lo que está sucediendo?
Empezaron a mirarse unos a otros y uno le preguntó a Buda, ‘¿Qué ocurre? No entiendes lo que te estamos diciendo?’
Buda le dijo, ‘Guardo silencio precisamente porque lo entiendo. Yo no puedo castigarme a mí mismo por su estupidez. Son ustedes los que deciden si insultarme o no insultarme, pero es mi libertad aceptar o no aceptar el insulto. No pueden obligarme a que acepte sus insultos. Simplemente los rechazo; no valen nada. Pueden recuperarlos. Rehuso aceptarlos’.
La gente estaba asombrada. No podían entender de qué iba aquello. Le dijeron, ‘Por favor, explícanoslo’.
Él les dijo, ‘Siéntense y escuchen. En el último pueblo que atravesé, la gente vino a mí con dulces y guirnaldas, pero mi estómago estaba lleno y por esto les dije, ‘No puedo comer nada más. Por favor retiren sus regalos y dénselos a los que encuentren por el pueblo como prasad. Es mi regalo para la gente del pueblo’. ¿Qué creen que hicieron?’
Uno dijo, ‘¿Debieron de ir al pueblo y distribuir los dulces’. Buda le dijo, ‘Ahora escucha. Qué harás tú? Has venido con tus insultos y yo te digo que mi estómago está lleno y que no voy a aceptarlos. Y ahora, pobres desgraciados, qué harán? Tendrán que regresar y repartirlos por el pueblo’.
FUENTE: OSHO: ‘El Verdadero Sabio’, tomado de la dirección internet www.oshogulaab.com