Son creencias que las personas razonables consideran hoy infundadas y desmedidas. Son populares y se basan en una tradición pasada boca a boca, utilizada en multitud de circunstancias cotidianas que actúa como guía y orientación sobre lo que se ha de hacer para evitar la mala suerte y conseguir la buena sin justificación ni argumentos científicos o pruebas que sean verificables.
“Las supersticiones son hijas de la ignorancia y madres de las religiones”.
Tales explicaciones populares tienen un origen milenario y proceden de interpretaciones procedentes de la magia, las religiones, la adivinación o la brujería de las que se han nutrido sus profesionales aprovechándose aún hoy de la ingenuidad, la ambición y hasta la mala fe de la gente. El hecho de que tuviera algún sentido imaginativo en tiempos en los que el terror, la indefensión, la sugestionabilidad y los significados sobrenaturales mandaban, nos permite comprenderlo aunque no compartirlo. En todo caso y en la medida en que hoy persisten, incluso siendo motivo para presumir por parte de ignorantes famosos, se manifiesta el grado de evolución y desarrollo mental-cultural del momento.
Como ejemplo, añado en Supersticiones II sólo unas pocas supersticiones que a más de uno le sonarán a conocidas.
Bibliografía:
La luciérnaga ciega: Soko Daido Ubalde
Fotografía tomada de internet