Vivimos en una sociedad que rinde culto a la seguridad, pero la propia dinámica de la vida nos confirma a cada paso que damos que la seguridad total no existe, todo puede cambiar de un momento a otro. El cambio y la incertidumbre son reglas inalterables de la existencia, y tal vez, este hecho inalienable hace que la vida sea un tránsito apasionante, una aventura arrebatadora.
Adentrarse en terrenos que no nos son familiares y conocidos, de entrada, puede incomodarnos porque implica situarnos en espacios donde la propia experiencia no basta para dar respuestas ante la realidad que se nos presenta. En estos terrenos poco familiares debemos explorar nuevas maneras de relacionarnos con nosotros mismos y nuestro entorno, debemos desarrollar y potenciar nuevos recursos.
Debemos, en definitiva, abandonar transitoriamente nuestro confort y comodidad presente para alcanzar mayores cuotas de satisfacción personal, bienestar y plenitud futuras.
Asumir ciertos riesgos, como decíamos, incomoda, pero estar dispuestos a situarnos en una nueva dimensión desconocida ya es un éxito en sí mismo ya que, al hacerlo, nos redescubrimos a nosotros mismos y ampliamos la experiencia de lo que somos o podemos llegar a ser.
Vivir sin cierto riesgo es, ciertamente, arriesgarse a no vivir.
Daniel Ramos Autó
Extracto del libro:
365 semillas de conciencia para una vida plena
Fotografías tomadas de Internet